lunes, 12 de julio de 2010

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“La alegría de tener algo” Historia del Barrio Lo Valledor Norte, Sector C Programa Quiero Mi Barrio is licensed under a Creative Commons Attribution-NoDerivs 3.0 Unported License.

1973-1989: Los Tiempos Difíciles

Cuesta hablar del Golpe. Por ser un hecho que marcó crucialmente la vida del país, las personas de toda edad tienen sensaciones, ideas y convicciones muy firmes sobre los sucesos de 1973.

Cuadro de texto: “Nunca le faltó la leche a los chiquillos” Nosotros no tuvimos ningún problema, antes del Golpe de Estado ningún problema, por lo menos cuando estuvo Salvador Allende, nunca le falto leche a los chiquillos, porque me daban leche en polvo y yo se las hacía con chancaca dorada y lechada, ahí nos organizábamos nosotros en la cuestión de las JAP, el Comprando Juntos, nos reuníamos y comprábamos unos 20 kilos de azúcar, salían más baratos y los repartíamos… Vecina, Tercera EdadSobre todo entre quienes vivieron personalmente este período y más aún si hay experiencias personales de tortura, exilio, cesantía o muertes. En otras personas, prima el recuerdo de los últimos meses del gobierno de la Unidad Popular, donde ya se avizoraban conflictos en las calles, entre los propios vecinos, que tenían diferentes posiciones políticas. En 1969, un 11% de los jefes de familia militaba en algún partido político, mayormente en el Partido Comunista, la Democracia Cristiana y en menor medida en el Partido Socialista y Partido Radical, según una encuesta realizada en la Población[1]. El resto de los vecinos, si no militaba, probablemente tenía una opinión política, aunque es posible suponer que hacia 1970 aumentó el número de militantes, en un contexto en que gran parte de los habitantes del país se identificaba con algún proyecto político. No se puede negar que dentro de la Población hubo conflictos entre militantes, que no eran nuevos, sino que habían estado presentes desde el comienzo, como era natural esperar. Los efectos del desabastecimiento, la necesidad de organizar Juntas de Abastecimiento Popular (JAP) para distribuir los víveres o las largas colas para comprar el pan, causaron distinta impresión entre los vecinos. Algunos recuerdan la Unidad Popular como la época más feliz de sus vidas, mientras que otros recuerdan con angustia la incertidumbre de esos días. No es posible llegar a una única versión y muchos de los testimonios recogidos han quedado en el anonimato, pues están llenos de emociones íntimas, temerosas de ser expuestas. Sin embargo, los unos y los otros, se refieren al año 1973 como la fecha en que todo comenzó a cambiar, cuando la vida dejó de hacerse en la calle, las sedes y las canchas y pasó a ocupar los silenciosos espacios de los hogares.

“El Golpe” en la memoria

Cuadro de texto: “Hasta que me muera lo recordaré”  Nací en el año 1962. Mis recuerdos en esta población me marcaron de por vida. De 1973 en adelante recuerdo sólo sufrimientos míos y de mi familia, somos una familia de ocho hermanos uno de ellos estuvo detenido en Dictadura, aquí hacíamos protestas, nos organizábamos. Los milicos nos quitaron nuestra casa y tuvimos que andar de casa en casa en Lo Valledor. Recuerdo un hecho que me marcó mucho y fue ver cómo le pegaban a mi hermano y cómo nos destruyeron nuestra casa, hasta que me muera lo recordaré… Vecina,  AdultaLa manera en que “El Golpe” quedó inscrito en la memoria de los habitantes de Lo Valledor Norte está marcada por el dolor y el trauma. Tan grande fue el impacto de un acontecimiento así, que ha afectado la memoria social que los vecinos tienen tanto del período anterior como posterior.

En la memoria de los vecinos, todo lo que pasó antes de 1973 quedó en la memoria como una especie de época dorada, donde las personas que vivían en la Población tenían virtudes como la honradez, la solidaridad y el esfuerzo, que permitieron todo el desarrollo social de la época. También existe una sensación de ingenuidad, como si en 1973 los vecinos y la Población hubieran perdido la inocencia. Respecto a la Unidad Popular misma, las versiones son más diversas, yendo desde la visión de los adherentes al gobierno de Allende, que narran la época como un período de avances y felicidad, por lo menos hasta el Paro de Camioneros de 1972, cuando el panorama se habría complicado para todas las personas. Otras personas recuerdan la época como un tiempo de desorden y recuerdan haber necesitado más autoridad que la que había.

Cuadro de texto: “Un velorio aquí, otro acá, otro allá” A nosotros nos llevaron a un cuñado, pero se lo llevaron en la noche como a las tres de la mañana, no por comunista, no por estar metido en política, por nada de eso. Mataron a cuatro o cinco chiquillos de por aquí, que los botaron ahí a la orilla de Lo Valledor. Ahí se llevaron a cuatro o cinco… cinco niños. Eran todos del sector. O sea, tú recorrías la cuadra y había un velorio aquí, otro acá, otro allá… Vecina, Adulta

Por el contrario, la memoria sobre los acontecimientos que ocurrieron después del Golpe, está llena de vacíos y olvidos. Nadie recuerda con claridad lo que ocurrió entre 1973 y 1983, o por lo menos no lo mencionan en sus relatos espontáneamente. Mientras los recuerdos de antes de 1973 son abundantes, llenos de detalles y anécdotas, los recuerdos de este período casi no se mencionan, llegando sólo, en algunos casos, al recuerdo de las Protestas Nacionales de 1983 y la posterior vuelta a la democracia. ¿Por qué es un período de difícil repaso? ¿Ocurrieron cosas relevantes para la vida de la Población?

Las primeras transformaciones sociales

El Golpe de Estado que las Fuerzas Armadas realizaron en 1973 estuvo acompañado de una inmediata prohibición de realizar actividades públicas, sobre todo si eran de índole política o social. Prontamente se proscribieron los partidos políticos y se comenzó a perseguir a los militantes de partidos u organizaciones de izquierda, quienes fueron víctimas, por muchos años, de la persecución y represión política. Pero también los partidos de centro, que en un primer momento apoyaron el Golpe, fueron prohibidos, ante la sorpresa de sus militantes.

Cuadro de texto: “La Dictadura nos dejó una herida” No estamos unidos realmente, antes del año ’73 no había problemas entre los dirigentes sociales, sean del partido que sean existía esa unidad, ese compañerismo, entonces la dictadura nos dejó una herida y esa herida va a costar que sane, es un cáncer la cuestión, yo desde ese punto de vista lo veo, y veo las poblaciones que no avanzan y ninguna cosa porque no hay políticos, los nuevos políticos que han llegado no tienen una mística y no llegan a las poblaciones… Vecino, Tercera EdadEn Octubre de 1973, la Oficina de Planificación Nacional (ODEPLAN) firmó un convenio con la Facultad de Economía de la Universidad Católica, para elaborar un Mapa de la Extrema Pobreza y una Ficha de Caracterización Socioeconómica para la “recolección de antecedentes sobre los hogares afectados por la extrema pobreza en cada una de las comunas del país”[2]. Con esto se buscaba tener información estadística sobre las carencias y necesidades de las distintas poblaciones, que permitiera tomar decisiones técnicas en cuanto a la asignación de recursos para la población más pobre y evitar así que estas necesidades se transformaran en motivo de organización social o política. Se ponía fin a la costumbre de los pobladores y los dirigentes de ir donde las autoridades en caso de necesitar recursos, construcciones o proyectos, pues ese tipo de relación horizontal y cercana no se relacionaba con la manera de gobernar que se estaba instaurando. Junto con ello, se prohibió la búsqueda de soluciones colectivas a los problemas sociales señalando que “la atención de los problemas que tengan pobladores y pobladoras es individual. Se trata de casos y deben ser evaluados por la asistente social de la municipalidad, quienes decidirán –con criterio técnico- su participación en los programas municipales”[3].

La larga y exitosa tradición que tenían los vecinos de crear Comités y de participar en Juntas de Vecinos, también fue prohibida por la Dictadura. Esta había sido la forma en que se habían solucionado grandes problemáticas en Lo Valledor Norte, como la pavimentación, los servicios sanitarios o la electricidad, pero que desde ahora no iba a ser reconocida por el Gobierno. Las soluciones debían gestionarse individualmente y cada vecino debía solucionar sus propios problemas.

En cuanto a las Juntas de Vecinos, los dirigentes comenzaron a ser designados. Muchos de ellos tenían profundas dudas sobre la legitimidad de ser designados por el Gobierno y no electos por sus vecinos, pero también primó en ellos un sentido práctico que les permitió, en algunos casos, aceptar los cargos aunque no estuvieran de acuerdo con el Gobierno. Sin embargo, producto de las modificaciones legales y de la imposibilidad de realizar elecciones democráticas, estas instituciones habían perdido su carácter participativo. Comenzaba a expandirse el miedo, la desconfianza, la apatía. Como señala un dirigente la política no es como la que existió, la que nosotros tuvimos antes del año 73, esta nueva política ha cambiado, no es la política antigua, el político era más... Eran otras personas, tenían otro criterio, eran personas más humanas, personas que trataban de convivir con el poblador”. Después de la desarticulación de estas organizaciones, hasta el momento no se ha podido recuperar el impulso y fuerza que tenían estas organizaciones

Por último, en 1981 se crea la comuna de Pedro Aguirre Cerda en lo que antes correspondía al sector Sur de Santiago. El decreto de Municipalización, buscó la creación de comunas homogéneas socialmente, por lo tanto, la nueva PAC agrupaba a una serie de poblaciones de nivel socioeconómico más bajo que Santiago. Si bien esto buscaba obtener más eficiencia en la gestión local, conllevó el gran problema de la falta de recursos, debido a que los nuevos Municipios tenían menos ingresos y no contaban con personal con experiencia.

Los Clubes Deportivos y la Escuela

Cuadro de texto: “Loteros 99” Lo que más recuerdo es cuando yo venía a este Colegio en la básica en 1975 fue mi primer año escolar, me marcaron los buenos profesores, los bailes folclóricos que se hacían, me enseñaron postura y educación, fueron años muy hermosos, donde tuve mis primeras amigas, también recuerdo el mercado que había aquí en este mismo lugar, también recuerdo cuando íbamos a la cancha y veíamos a nuestro equipo favorito que era el club “Loteros 99”. Vecina, AdultaPero los vecinos… ¿Habían olvidado la tradición organizativa que existía antes del Golpe? Si bien en los primeros años participar en organizaciones políticas estaba prohibido, quedando únicamente la opción de militar en alguna organización clandestina y la Junta de Vecinos había perdido su carácter democrático y político, tampoco era seguro participar en ella. Inclusive, algunos de sus miembros, sufrieron encarcelamiento, despidos o torturas.

Los Clubes Deportivos fueron un espacio que permaneció abierto durante la Dictadura, permitiendo a los vecinos participar activamente de la actividad deportiva como lo hacían antes. Por eso es que la actividad deportiva, en particular el fútbol, vivió un alza durante esta época, con importantes hitos, como la construcción del Estadio, construido en 1982, con ayuda del Alcalde de Santiago, Carlos Bombal. Desde el gobierno se potenciaba la participación en este tipo de organizaciones, pues no eran vistas como algo político, sino que era una buena forma sana y poco peligrosa de participar.

El Estadio, ubicado en el centro del Barrio, marcaba la vida social de la Población. Contaba con graderías, camarines y estaba amurallado. Los fines de semana recibía a distintos equipos de fútbol, no sólo de la Población y la comuna, sino también de lugares más lejanos.

Otro espacio de encuentro entre los vecinos fue la Escuela. Si bien la infraestructura seguían siendo las humildes salas de madera construida en la década de los sesenta, los apoderados pudieron participar en la educación de sus hijos a través del Centro de Padres y organizando diversas actividades para ellos. Muchas vecinas que fueron apoderadas durante el período, recuerdan con gratificación los muchos esfuerzos que se hacían con el fin de realizar una fiesta o regalo de fin de año, por lo que también encontraron un espacio de desarrollo personal y comunitario. Si bien no todos los niños del Sector asistían a la Escuela B-2, una parte considerable sí lo hacía, sirviendo como un espacio inicial donde los vecinos comenzaban a conocerse desde pequeños, en sus salas y patios, además de espacios de convivencia como cumpleaños y celebraciones.

Nuevas formas de organización

La crisis económica de fines de los setenta marcó una época muy difícil. Junto con la inflación, que hacía que los precios aumentaran continuamente, existía una alta cesantía, debido al cierre de muchas industrias, fruto de la política económica de la Dictadura. La protección del Estado se redujo, por lo que poco a poco comenzaron a aparecer nuevas formas de organización para enfrentar, en primer lugar, el hambre.

Las mismas mujeres que anteriormente se reunían en los Centros de Madres a realizar actividades propias de su labor de dueñas de casas, hoy salían al espacio público para conseguir en conjunto, que todos los miembros de la Población pudieran alimentarse. Como cuenta una vecina que fue Presidenta de un Centro de Madres: “Nosotros ganábamos plata y también salíamos a terreno, éramos 36 personas, súper bueno, nosotros empezamos a organizar a la gente, a hacer grupos para ayudarnos entre unos y otros, había gente que no tenia, lo ayudábamos y después, déjame recordar, estuve en la olla común, conseguíamos remedios con Caritas Chile también”. Muchas veces, las Ollas Comunes tomaban un carácter político, como cuenta la misma dirigente “Me decían, oye, esta comida es para los políticos, y si venían los patos malos y me pedían, no podía negarme. ‘Miren - les decía- vayan a ver al fondo y ahí busquen comida’, pero en la casa no tenían, yo les decía, ‘Chiquillos, traigan una olla y yo les echo comida’, hacíamos pan, lo vendíamos barato… y lo que es la vida, después me ayudaron tanto en tiempo de Dictadura esos, los patos malos, viera usted como ayudan, cuando salía yo allá en las barricadas y todo, ellos me ayudaban”, aunque cumplía una inmensa función social.

Producto de este escenario, pronto se fue generando un gran descontento social, que pudo ser expresado a inicios de los años ochenta, a través de las Protestas Nacionales. Serán las mujeres quienes encabecen las Protestas en las poblaciones, debido al nuevo carácter que habían adquirido sus preocupaciones. En estas actividades, también estaban utilizando el aprendizaje social de las décadas anteriores.

Las Protestas

En Mayo de 1983, tras el llamado de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) a realizar un paro nacional debido a la complicada situación social que vivía el país, se realizó la pimera Protesta Nacional. Muchas personas tenían dudas frente al llamado de la CTC, pues aún había mucho miedo en torno a cualquier manifestación política. Sin embargo, esa tarde las calles de Santiago estaban vacías y desde las poblaciones, los vecinos ocupaban el espacio público manifestando con barricadas y gritos su descontento con el gobierno militar.

En estas manifestaciones participaba toda la Población, incluyendo mujeres y niños, que ya sea observando o tomando un rol activo, se hacían parte de esta manifestación. Aquí, la Protesta era vivida como un festejo, ya que se producía una especie de liberación del espacio público y como cuenta una vecina, la gente sacaba bancos a la calle, jugaban a la pelota, se unían, pese a las diferencias de opinión política que podían tener. Cuando se acercaba la noche y comenzaban los cadenazos, que dejaban sin luz a la Población, el escenario se tornaba más peligroso, por lo que a veces había enfrentamientos con carabineros.

Cuadro de texto: “Toda la gente iba” Yo me acuerdo claramente de los operativos cívico-militares, que los hacían acá en la cancha. Venían los militares y venían con equipo de campaña, carpas y cosas así, habían médicos, yo me acuerdo, oftalmólogos, venía el registro civil, la gente podía sacar carnet de identidad, venían abogados, venía un montón de cosas. Se ponían todo un día ahí en la cancha. Toda la gente iba, se llenaba. Y la gente que estaba en contra de los militares en esa época, igual iba. Al otro día negaban, decían: “estos tal por cuál…” Yo, no es que sea de la derecha ni de la izquierda ni nada, yo no soy de ningún partido, pero en esa época yo encuentro que estaba muy bien. Vecina, AdultaOtro espacio que tomó un nuevo significado, fue la Iglesia Católica. A través de grupos parroquiales de ayuda a las familias que tenían mayores necesidades, la Iglesia poco a poco, se fue convirtiendo en un espacio de participación social y política. Como cuenta una vecina que era adolescente en esa época uno iba a recibir la misa y era una cosa nada que ver, era una cosa totalmente política”, hecho que acercó a mucha gente a la Iglesia, pero que también alejó a otras. Un papel fundamental en esta revitalización social de la Iglesia, fueron los sacerdotes que llegaron a las poblaciones, como cuenta una vecina que participaba en estas actividades: “Teníamos una Olla Común aquí en la Iglesia, una olla común con el sacerdote. Él se llamaba Juan María, era un gringo, le decían Jesús, porque era igual que Jesús, igual” Este sacerdote, al igual que el padre André Jarlan de La Victoria, asesinado en 1984 o Mariano Puga, en La Legua, cumplieron un importante rol social en las Poblaciones. En Lo Valledor Norte ya había habido curas obreros, como el padre Ignacio Vergara en la década de los sesenta quien, según cuenta un vecino, nunca usó ropa formal, Ignacio siempre usó el overol igual que Clotario Blest. Él escribió un libro sobre el protestantismo en América del Sur, entonces Ignacio trabajo con nosotros, se integró él apoyando en todo”. La Iglesia de los años ochenta, tuvo un estrecho contacto con las organizaciones sociales y se convirtió también en un espacio social donde la gente podía reunirse sin temor.

Los Militares

Cuadro de texto: “¿Quién me denunció a mí? “ Yo veo a las Junta de vecinos tan muertas, todas las organizaciones sociales, Club Deportivo, Juntas de Vecinos que hoy día no tienen vida. Empezó por la razón... La desconfianza, la desconfianza porque volvió la democracia, existe la desconfianza. Yo mismo pienso a veces "bueno, ¿quién me denunció a mi?" el otro más allá: "¿quien denunció a mi padre allá?", "¿quien denunció a mi madre que estuvo presa?", "¿quien fue?", entonces todavía existe ese mito de la desconfianza entre nosotros mismos, a través de todo el país, esto no es en Lo Valledor Norte, es generalizado, entonces para lograr que llegue nuevamente la reconciliación entre la gente, va a pasar un tiempo largo, mientras nosotros estemos vivos, los que estuvimos detenidos y los que existimos en la dictadura, va a pasar muchos años, vamos a tener que morirnos todos nosotros, las nuevas generaciones recién… Vecino, Tercera EdadSin embargo, hubo aspectos de la Dictadura que tuvieron buena acogida entre los vecinos. Es el caso de los Operativos Cívico-Militares, los que inaugurados en 1981, fueron creados para llevar ayuda social a las poblaciones de Santiago. En 1982, el Intendente Metropolitano, general Carol Urzúa informaba que unas 170 mil personas de escasos recursos se beneficiarán con los operativos cívico-militares[4]. Sin embargo, esta actividad tenía firmes detractores, que la veían como una manera de llevar a los militares a las Poblaciones y causar miedo entre las personas.

La presencia de los militares no sólo era para llevar ayuda. Todos quienes vivieron su juventud en esa época, recuerdan el Toque de Queda como una prohibición que les impidió tener una vida normal o que por lo menos, les causó grandes sustos. Como cuenta un vecino, fueron los años de mi juventud, había toque de queda, me acuerdo de los garabatos de los militares ‘váyanse para adentro o si no se mueren’”. En la memoria colectiva ocurre el mismo dualismo. Algunos vecinos destacan la seguridad de esa época, ya que, a diferencia de hoy, no habían delitos al interior de la Población: “En los años ochenta, aquí en Lo Valledor se terminó la delincuencia, uno salía tranquila, iba con su cartera tranquila, no había problema. Porque en toda esa época de la dictadura, la delincuencia fue cero, prácticamente era cero, y ahora ¿cómo estamos?”. Por su parte, otros vecinos vivieron momentos muy difíciles, por lo que su recuerdo de los militares no es agradable: “En el tiempo de los ochenta tuve que estar de allegada aquí, por el tiempo de la dictadura, porque a nosotras nos quemaron la casa los militares y lamentablemente tengo puros malos recuerdos, porque tenía que andar de casa en casa, me acuerdo de cuando pasaba la tanqueta. Entonces tengo malos recuerdos, no tengo recuerdos muy buenos.”

El fin de una época

Las Protestas Nacionales desarrolladas entre 1983 y 1986, la acción política de muchos jóvenes que buscaron subversivas para enfrentarse a la Dictadura, así como el resurgimiento de la clase política, permitieron que en 1989, a través de un Plebiscito, se determinara masivamente el fin del Régimen Militar. Empezaría una nueva época que, pese a las expectativas de la gente, estaría marcada por la desintegración de las organizaciones sociales, de manera más profunda que cuando ocurrió en Dictadura.

Si los Partidos Políticos y las Juntas de Vecinos fueron prohibidos o vigilados como espacios de participación, no se logró deshacer la larga trayectoria organizativa de los vecinos. Si se cerraron Partidos Políticos y Juntas de Vecinos, los Centros de Madres y Parroquias permanecieron abiertos, acogiendo la voluntad de los vecinos para volver a solucionar de manera organizada los problemas que padecían todos. Antes había sido la falta de pavimento o de luz, ahora era el hambre, la cesantía, la persecución. Las personas que participaron en estas iniciativas, fueron las primeras en salir a la calle a ocupar el espacio público cuando las condiciones lo permitieron, allanándole el camino al retorno de la Democracia. En último término, las personas entrevistadas recordaron esta década como un tiempo difícil, pero en el que aún se encontraban fortalecidos algunos valores de convivencia social y de relaciones comunitarias.

Sin embargo, no se puede negar la cruda herencia que esta época dejó en la Población. La desconfianza se instaló precisamente en esta época, debido a las múltiples heridas que permanecen abiertas tras el Golpe y la Dictadura. Lo que ocurrió fue paradojal: en el corto plazo, durante los años 80, desaparecieron las organizaciones formales, pero quedó la tradición organizativa y se desplegó una gran red de apoyo. Pero en el largo plazo, significó el lento abandono de algunos espacios de participación que habían sido claves antes, como las Juntas de Vecinos. Más allá de las entidades, hubo otra serie de cambios más profundos que marcarán la siguiente década.



[1] Alejandro Portes. Estudio de áreas marginadas de Santiago de Chile 1968-1969… Op.Cit., p.28

[2] Pilar Vergara. Políticas hacia la extrema pobreza en Chile. 1973-1988, FLACSO, Santiago, 1990, p.52

[3] Teresa Valdés. El movimiento de pobladores: 1973-1985. La recomposición de las solidaridades sociales en Descentralización del Estado, Movimiento Social y gestión local, Santiago, FLACSO, CLACSO e ICI, 1987, p.282

[4] El Mercurio, 18/8/1982

El Barrio que Queremos

El Barrio que queremos

A

través de un recorrido por la historia del Barrio, se han analizado los principales elementos que conforman su identidad y explican el actual estado de las cosas. Comprender la configuración social del Barrio, significa identificar las distintas características del espacio social y nos permite dejar de ver la realidad como algo dado, sobre lo cual no hay mucho que hacer, y comenzar a verlo como el producto de nuestra historia, nuestros aciertos y errores, nuestra acción. Comprenderlo, además, desde una perspectiva histórica, significa identificar los elementos que continúan y los que cambian a través de los años, las modificaciones que ha habido y cómo las perciben las personas. ¿Y todo esto, para qué?

¿Recordar por recordar?

El Programa Quiero Mi Barrio tuvo como principal objetivo la rehabilitación de los espacios urbanos de la Población, como un medio de favorecer la integración social de los vecinos y su participación en organizaciones locales y para ello, fue necesario incluir entre sus acciones una recopilación histórica que explicara cómo, a través del tiempo y el espacio, los actores sociales presentes en la Población fueron moldeando la realidad hasta llegar a la actualidad. Historia para conocer el pasado, pero también para enfocar el futuro, pues con el resultado de la acción colectiva en las manos y frente a la vista, es más fácil comenzar a preguntarse hacia dónde dirigirse ahora, cómo hacerlo y entre quiénes. ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuáles son nuestros deseos? ¿Qué críticas y autocríticas nos hacemos? ¿Cómo soñamos nuestra población?

Por eso la pregunta ¿cuál es el Barrio que queremos? Engloba tanto los elementos de identificación que existen como afecto, pero también como proyecto: lo que apreciamos y lo que soñamos. Esta reflexión no está entre los productos del Programa Quiero Mi Barrio ni de esta reconstrucción histórica, sino que es la pregunta que esperamos empiece a rumiarse desde ahora. Por eso, las últimas palabras, referidas a los ejes articuladores de este relato –la gente, los lugares y los hechos históricos- quedan en las voces de los habitantes del Barrio.

1990-2010: Comprendiendo el Nuevo Barrio

El retorno a la Democracia fue uno de los eventos políticos que despertó más esperanzas en el siglo XX. El famoso eslogan “La alegría ya viene” refleja las grandes expectativas que habían respecto del fin de la Dictadura, pues muchos creían que las organizaciones sociales volverían a florecer como ocurría en los años sesenta, o que las manifestaciones de los protestas se transformarían en nuevas iniciativas de construcción social, una vez que la represión se contuviera y el espacio público quedara a libre disposición de los vecinos.

Pero pocas de esas expectativas llegaron a cumplirse. En los años noventa se materializaron muchas transformaciones que llevaban años gestándose y que comenzaron a afectar la vida cotidiana de los vecinos de manera silenciosa. El peligro dejó de estar afuera, en las calles, en las tanquetas de los militares o en las manifestaciones políticas, para ingresar al interior de los hogares y las familias. Ya no fue sólo la violencia evidente, sino que las formas de vivir comenzaron a modificarse y las bases familiares y vecinales tambalearon con ellas. Estos elementos han hecho que se construya un relato de la decadencia de la Población, en la medida que la gran mayoría de las personas, de todas las generaciones, consideran que en la actualidad se vive peor que como se vivía antes. Si bien esta consideración tiene elementos objetivos de fácil identificación, como la presencia de la droga, también conlleva un juicio subjetivo sobre la vida en la Población, que a veces impide ver con amplitud el escenario social y con ello, crear soluciones a los problemas actuales.

Frente a estos hechos, hubo un elemento común en los relatos de los entrevistados de todas las edades: la dificultad para contar la historia que ocurrió desde los años noventa en adelante y la sensación de que desde los años noventa en adelante, casi no hubo avances o hechos históricos dignos de ser recordados. Más aún, en algunos casos sólo aparecían recuerdos negativos, imágenes de destrucción y deterioro que dañaron la convivencia en el Barrio. Los espacios difusos de la memoria quedan como grandes incógnitas a la espera de que las preguntas e inquietudes de los propios vecinos comiencen a aclarar y a rescatar de sus vivencias los hechos que fueron dándole forma al actual estado de las cosas. Por eso este capítulo tiene un carácter mucho más explicativo que narrativo, ya que se exploran los grandes problemas de la historia reciente del barrio, que carecen de la cantidad de anécdotas y del consenso que sí existe frente a las primeras décadas.

Principalmente, se identificaron dos grandes transformaciones que afectaron los distintos elementos de la vida en la Población. En primer lugar, hubo cambios en el mundo del trabajo, iniciados en la década de los ochenta pero que se asentaron durante los noventa, que tuvieron importantes efectos en el uso del tiempo, los espacios comunes y la vida familiar. Los obreros o empleados de industria dieron paso a otras formas de trabajo, después de que a fines de los años ochenta la gran mayoría de las industrias nacionales cerrara o quebrara ante la imposibilidad de competir en el mercado. Por otro lado, fue cada vez más difícil que los hogares se sostuvieran con los ingresos de un sólo proveedor, por lo que fueron cada vez más las mujeres que dejaron las labores del hogar para buscar mejores condiciones de vida y mayor independencia a través del trabajo. A la larga, ambos procesos generaron muchísimos cambios, como veremos. Un segundo elemento, fueron los cambios en las políticas públicas, donde el Estado dejó de ser la institución encargada de solucionar los problemas de los habitantes y las responsabilidades sociales se distribuyeron en organismos intermedios como los Municipios y los proyectos sociales. Para Lo Valledor Norte, esto fue especialmente significativo, ya que en 1992 comenzó a funcionar la Municipalidad de Pedro Aguirre Cerda, independizándose de la Comuna de Santiago, de la que había sido parte desde su fundación. Esto generó un período de ajuste, ya que debió instalarse un nuevo equipo de funcionarios que no necesariamente conocía a los dirigentes y organizaciones vecinales, pero también un problema de recursos, ya que la naciente PAC contaba con menos recursos que Santiago.

Cambios profundos, pero silenciosos, en la sociedad

Cuadro de texto: “Tenemos regalos de todo el mundo” Como le decía antes con la señora directora del SERVIU, conseguimos 10 pasajes de pavimento participativo, nosotros poniendo una cantidad de $10.000 por casa… y en el deporte, don Miguel, actual presidente de Santiago Morning, que me conoce, hay recuerdos de él, nos regaló las protecciones de las ventanas, don Jorge, el campeón sudamericano de atletismo en 800 metros planos, nos construyó la sede social, nos construyó los camarines, nos mando el material de los camarines, don Carlitos Bombal, alcalde de Santiago, nos regaló la red eléctrica, ahí tenemos regalos de todo el mundo, incluyendo $125.000 de esos años, que nos dio el ex presidente de la Chile, que fue candidato a diputado, lo otro, el amoblado de la sede social, fue un regalo de don José Manuel López, presidente del deporte de la Municipalidad de Santiago, y el consejo local de deportes de Santiago, él nos regaló, tengo los documentos guardados, 45 sillas, 7 mesas, 2 escritorios, para amoblar la sede social que se quemó… Vecino, Tercera Edad¿Qué cambio y qué se mantuvo a partir de 1990? Con la primera elección democrática en diecisiete años, comenzó la tarea de volver a construir un marco de convivencia pacífica dentro de la sociedad. Si la década de los ochenta había sido época de protesta, movilizaciones, violencia y alboroto, tanto los políticos como la gente común y corriente esperaba que la última década del siglo trajera nuevas formas de relacionarse. Era una tarea difícil y como veremos, veinte años después, permanece la sensación de que no se han logrado las metas sociales planteadas entonces.

En los años noventa se continuó con la política de privatizaciones de los servicios públicos en busca de mayor eficiencia. Luego fueron los servicios sanitarios, la electricidad, la telefonía, las autopistas. De aquí en adelante, en estos ámbitos, la relación entre ciudadanía y Estado dejó de ser directa, buscando mayor eficiencia. Esto también fue apreciable a nivel de las organizaciones sociales. Desde la década de los cincuenta había existido una relación más directa entre las autoridades y los pobladores, que a veces incluso tenía rasgos de amistad. No era extraño que un dirigente recibiera a Ministros, Diputados o Alcaldes en su casa, ni que los pobladores acudieran a entregarles pliegos o solicitudes a las autoridades, sin temor a ser rechazados o despachados. En los años noventa esta manera de relacionarse ya había cambiado. Los dirigentes sociales y los pobladores, ya no tendrían que acudir directamente al Estado y sus organismos para buscar solución a sus problemas, pues los mecanismos para dar solución a los problemas locales se distribuyeron en diversos organismos más pequeños, con rangos de acción más específicos. Por ejemplo, si antes existía la necesidad de pavimentar un sector de la Población, era probable que los organismos se reunieran en la Junta de Vecinos y acudieran al Alcalde o al Ministro para buscar una solución, donde ellos ofrecerían una parte de los fondos necesarios o su trabajo, o incluso dando su opinión respecto a la manera en que debían realizarse las faenas.

Desde los noventa este modelo entró en crisis, pues desde el nivel central del Estado ya no se daba solución a este tipo de problemas, pues era la Municipalidad el organismo responsable. Sin embargo, desde los Ministerios también comenzaron a crearse iniciativas dirigidas a los espacios locales y apareció una variedad de proyectos y programas que muchas veces confundían sus campos de acción. Esto reafirmó los vínculos de dependencia y paternalismo que existían entre los dirigentes y los Municipios, donde la participación comunitaria y la iniciativa local perdieron peso en relación a la búsqueda de soluciones a partir de las regalías de los organismos, donde la solución a las necesidades de la gente comenzó a ser vista como un beneficio y no como un derecho.

¿Cómo afectaron estos dos grandes cambios la vida en la Población?

Cuadro de texto: “El papá de la niña no me dejaba trabajar” A los 18 años tuve a mi niña, terminé ese año escolar y después me puse a trabajar. Estuve como 2 años trabajando y después de trabajar, dedicarme a la casa porque el papá de la niña no me dejaba trabajar, no quería que siguiera trabajando… Yo igual trabajé como promotora, de promotora trabajaba en ese momento, estuve así como 2 años, después me separe y ahora empecé a trabajar nuevamente… Vecina, AdultaEn los noventa, la mayoría de las personas ya no eran empleados u obreros con contratos indefinidos, miembros de sindicatos fuertes capaces de negociar con los empresarios y ofrecer beneficios sociales a sus afiliados. La gran mayoría de los trabajadores pasó a pertenecer al sector servicios, ya sea como vendedores o como empleados de tiendas mayoristas, empresas de aseo o de manera independiente en pequeños negocios familiares. Por ejemplo, como arrojó la Encuesta de Caracterización Socioeconómica y Percepción realizada por el equipo del Quiero Mi Barrio, sólo el 27% de las personas del Sector C que trabajan tiene un trabajo estable. Esto, debido a que se han multiplicado las iniciativas de micro-emprendimiento familiar y de comercio, por ejemplo, producción de pan y ensalada para los mismos vecinos del Barrio. Otra actividad importante es el servicio doméstico, donde las mujeres han encontrado un nicho laboral relevante.

Esta nueva realidad laboral está marcada por el hecho de que las garantías laborales se redujeron significativamente. Si trabajar desde la casa tiene la ventaja de disponer con mayor libertad del tiempo y poder compartir el trabajo con las labores del hogar, tiene entre sus inconvenientes la falta de previsión social y dificultades para acceder al sistema de salud. Entre quienes tienen un trabajo estable, entre los cuales destacan los servicios y laborales administrativas, en el caso del Sector C, existe la tendencia a trabajar en más de un lugar o en extensas jornadas de más de ocho horas, por lo que la presencia en el hogar es mucho menor. Si la jornada laboral se alargó, tuvo como efecto la disminución del tiempo dedicado a las actividades de recreación y a la vida familiar y comunitaria. Y es que… ¿Quién no ha dicho ‘no tengo tiempo para participar’? Junto con ello, la incorporación de la mujer al mundo del trabajo también significó un cambio tremendo en la familia, ya que la figura de la madre dejó de estar asociada sólo a la casa. Muchas madres multiplicaron sus esfuerzos al dedicarse tanto a la crianza de los hijos como al trabajo fuera del hogar. Incluso los niños pasaron a formar parte de este nuevo ritmo de vida, con la creación de la Jornada Escolar Completa a fines de la década de los noventa, por lo que su identidad ya no está tan asociada al barrio y sus organizaciones, sino a la escuela o el liceo y sus amigos.

Los efectos: Cambios en la Junta de Vecinos

Cuadro de texto: “Siempre están los mismos” Mi papá se queja de todo, y dice “pucha, la Junta de Vecinos, nunca me avisan nada”, y no es el único que se queja porque de repente hacen cuestiones al frente de mi casa, en la iglesia, en el salón y siempre están los mismos, es como el jet set que le dicen, entonces no integran a las demás gentes, hay delegados de pasaje que no cumplen su rol como deberían, no sé, no informan, lo único que hacen es para la Navidad inscribir una lista de niños para darles juguetes… Vecina, Joven Uno de los hechos más insistentes en los relatos de los vecinos entrevistados es el debilitamiento vivido por la Junta de Vecinos como organización central dentro de la Población. Muchas personas destacan su importancia y la tarea que han realizado sus dirigentes, pero también están conscientes de que el nivel de participación llega a un mínimo histórico. Esto se nota en la necesidad de un recambio generacional y en la falta de vecinos jóvenes que se integren a las tareas de la Junta de Vecinos. A juicio de un vecino de 19 años “ha bajado mucho el nivel social de la población, ahora está muy individualista, igual se hacen bingos como para ayudar a algún vecino pero, más que nada los jóvenes desertaron de eso, de estar en la Junta de Vecinos, estar viendo programas, postular a proyectos, se ha dejado de lado”, sin embargo, el mismo joven reconoció no participar en esa instancia.

¿A qué se deberá esto? Para los dirigentes históricos, el problema es que ellos continúan en sus cargos debido a que no hay nadie que los reemplace, por lo que deben cargar en sus hombros la apatía de los vecinos. Los dirigentes tienen, en general, una sensación de soledad en torno a su trabajo y de que su conocimiento práctico sobre cómo ser dirigentes sociales, a quiénes dirigirse para gestionar proyectos, cómo contactar a otros dirigentes, no está siendo aprovechado por los vecinos más jóvenes. Por otro lado, como bien señala un ex presidente de la Junta de Vecinos, existe un serio problema de financiamiento, debido a que estas entidades casi no cuentan con asignación de recursos, por lo que no hay financiamiento para realizar actividades. A esto se suma el hecho de que desde el Municipio y los Ministerios, existe una gran variedad de programas sociales que tienen entre sus funciones la resolución de los problemas locales, por lo que muchas veces sus funciones se confunden entre sí y el rol unificador que cumplía la Junta de Vecinos anteriormente se pierde. Sólo en el Sector C hay presente una variedad considerable de programas sociales, tales como el Quiero Mi Barrio, Previene, OPD, Vínculos o Chile Califica, que cuentan con recursos para actuar sobre determinadas problemáticas, pero que actúan de manera autónoma entre sí, sin que la Junta de Vecinos cumpla un rol integrador a nivel de resoluciones o lineamientos.

Cuadro de texto: “Ser presidente de la Junta de Vecinos me quitaría mucho tiempo” ¿Por qué no participo? Yo sé que ser presidente de la Junta de Vecinos me quitaría mucho tiempo, hay un desgaste profundo ahí y nosotros los jóvenes estamos recién armando nuestra vida, porque algunos vamos a entrar a estudiar y cosas, pero por eso siento que un joven diga “Yo quiero ser el de la junta de vecinos”, tiene que ser un joven que de verdad tenga conocimiento, que se sepa manejar en la materia y que tenga el tiempo, que tenga una buena profesión…  Vecino, JovenTambién hay cierta deslegitimación de esta instancia. Durante Dictadura, las Juntas de Vecinos siguieron funcionando, pero ya no a través de un proceso democrático, donde los vecinos elegían a sus dirigentes a través de votaciones, sino que los cargos fueron designados por las autoridades de gobierno. Sin duda, esto causó que una generación completa Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.de jóvenes no se sintiera interesada en participar en estos espacios, como sí lo habían hecho sus padres. Las Juntas de Vecinos perdieron su potencial democrático y no han podido recuperarlo. Sumado a esto, existe un creciente individualismo entre los vecinos, que sienten que la solución a sus problemas ya no será obtenida colectivamente, como una suma de esfuerzos, sino a través de su emprendimiento personal antes que cualquier otra cosa. Como señala un joven del Sector, es claro que la poca participación se debe a que “la sociedad se ha vuelto más individualista, cada uno jala por donde quiere y se salva, por eso ya no está lo común, el hecho de que no haya un ente por que luchar, algo a quien dirigirse, el hecho después de la vuelta de la democracia, los locos dijeron ¿ahora a que nos enfrentamos, que hacemos?...Se salvaron todos por su parte, nada más, y en la sociedad chilena ya está muy pegado. Hay que recordar que Chile es uno de los países con un modelo neoliberalista y que ha chocado fuerte, querámoslo o no…” Si su juicio es correcto, la falta de participación se debería a la falta de proyectos colectivos, de metas o fines por los cuales trabajar, lo que sería producto del individualismo de la sociedad chilena, donde cada persona se preocupa de conseguir lo mejor para sí mismo, olvidando que también es posible obtener logros sociales construidos entre todos.

Pese a lo anterior, hay muchos vecinos que desearían que las Juntas de Vecinos sí funcionaran intensamente. Nadie señaló que fueran instancias inútiles ni poco relevantes. Entonces, la falta de participación sería, en parte, un problema de comunicación, pues ambas generaciones comparten un mismo diagnóstico, aunque se responsabilizan los unos a los otros: los viejos responsabilizan a los jóvenes por no interesarse, los jóvenes responsabilizan a los viejos por no invitarlos a participar. Porque mientras unos tienen el conocimiento acumulado, los otros poseen creatividad y fuerza para enfrentar las tareas comunitarias, que en conjunto, servirían para enfrentar otros problemas más amplios, como la falta de financiamiento o el individualismo.

Un hecho simbólico: El deterioro del Estadio Haití

Hay poco hechos más simbólicos del proceso vivido en la Población que el deterioro del Estadio de la Asociación de Fútbol de Lo Valledor, pues muestra los conflictos, dificultades y desafíos de la participación en la Población.

Cuadro de texto: “Me gustaría enseñarle a las niñitas chicas… pero la pienso dos veces” A mí lo que más me gustaba era el deporte y yo jugué basquetbol toda mi vida, me encanta. A mí me gustaría comenzar un Club, o no un Club, enseñarle a jugar a las niñitas chicas. Pero resulta que mirando la cancha… está toda quebrada, los aros no tienen malla, pero me gustaría empezar a jugar, pero la cancha también hay que arrendarla. Entonces es medio difícil empezar algo con nada y arrendar la cancha. Es que yo la pienso, la pienso dos veces, porque yo no tengo ningún implemento ahora, tenía pelotas, tenía de todo, pero ahora no tengo nada y empezar a jugar con las niñitas chicas implica que tienes que pedir la cancha, ¿quién la va a arrendar?, que me compren materiales... Vecina, AdultaDesde los inicios de la Población, el fútbol cumplió una función especial, ya que lograba reunir a gran parte de los vecinos en torno al juego. La cancha, antes de ser un Estadio cercado e iluminado, fue un espacio utilizado no sólo por los jugadores, sino también por sus vecinos y familias que convertían cada domingo en una fiesta donde compartir. En 1982 se construyó el Estadio con graderías, luminaria y cercos y albergó los campeonatos de la Asociación de Fútbol de Lo Valledor que albergó a clubes tales como Unión Martí, Liverpool o Loteros 99.

Pero durante la última década, los clubes deportivos y la administración del Estadio Haití, también entraron en crisis. Como señala uno de los ex dirigentes del Club Cardenal Caro, la crisis de los distintos Club se materializó cuando los miembros dejaron de pagar sus cuotas y mantener el Estadio comenzó a ser un problema. Este hecho no era más que un síntoma de que “la gente que no coopera, porque para tener un club hay que cooperar”. Pero también había muchos problemas asociados a la realización de partidos, tales como riñas y peleas que molestaba a muchos vecinos de la Población. Como señala un vecino “se terminó por la cuestión de las pandillas, las peleas y todo eso, quedaron los puros adultos y ellos tenían la sede ahí y de un día para otro se la quemaron y así sucesivamente fueron botando una que otra cosa”. De modo que ya a fines de los noventa no había consenso en torno a cómo administrar el espacio del Estadio, ni a quien entidad le correspondía hacerlo: ¿a la Junta de Vecinos, al Club Cardenal Caro o a la Asociación Lo Valledor?

Cuadro de texto: “Vez que había un partido, había una pelea” Aquí habían muchos Clubes Deportivos, incluso los que administraban la cancha también, ése era el Cardenal Caro,  la Asociación de Fútbol de Lo Valledor Norte, se terminó por la sencilla razón de que, vez que había un partido, había una pelea, ya no eran los típicos partidos de fútbol entre amigos, no, ahora eran peleas, balazos, cuchillas, eso era lo último, entonces por eso decidieron sacar la Asociación de Fútbol… Vecina, AdultaEste conflicto se expresó simbólicamente en el deterioro físico del Estadio. Hasta el año 2005, aproximadamente, un cuidador se hizo cargo de la vigilancia, pero cuando ya no hubo quién más lo hiciera, este espacio se convirtió en un potencial peligro para muchos vecinos, que veían con temor cómo podía convertirse en un espacio propicio para asaltos y delitos. La oscuridad del Estadio atemorizaba, pues tampoco se sabía a ciencia cierta qué ocurría tras el deteriorado muro que lo demarcaba. El uso del Estadio estaba asociado al uso de la sede de la -Junta de Vecinos que finalmente fue destruida por un incendio el año 2009. No había claridad sobre qué institución era la propietaria del espacio y a quién había sido entregado en comodato, por lo tanto no había claridad sobre quiénes tomaban las decisiones en torno al Estadio. Debido a que esos terrenos pertenecen al Servicio de Vivienda y Urbanismo y por lo tanto, son de uso público, el año 2009 la comunidad decidió derribar al muro como parte de una decisión de transparentar los usos que se le daban a este importante lugar y como el primer paso para su transformación en un espacio que volviera a ser de todos.

Ninguno de estos cambios acabó con el espíritu deportivo de la Población, que sigue siendo uno de los pilares de la vida comunitaria. Existen algunos vecinos que, en base a mucho esfuerzo, continúan esforzándose por llevar el deporte a los niños, aunque reconocen que “es complicado, porque hay gente que no le gusta participar, vive en su metro cuadrado, no quieren expandirse, no disfrutan y son apagados”.

Por eso algunos vecinos han decidido comenzar a gestionar nuevamente los Clubes de Deportivos dirigiéndose especialmente a los niños, con el fin de “sacarlos de la calle” y evitar que se armen peleas como sucedía con los adultos. Sin embargo, siempre existe el temor de no encontrar el apoyo de los vecinos, tanto en aspectos materiales como en participación. Todos conservan la esperanza en que el Estadio sea refaccionado, para revitalizar este espacio central de la Población.

Nuevos Problemas: Drogas y Delincuencia

Otro conflicto presente en los relatos de los vecinos, es la llegada de la droga y la delincuencia a la Población. La droga fue, sin lugar a dudas, el tema más mencionado en las entrevistas, inclusive en las generaciones menores, pues los niños tenían extrema claridad de sus efectos sociales. Todos coinciden en que fue durante la década de los noventa que la drogadicción se asentó en la Población, como señala un vecino: “A fines de los 90 ahí empezó a cambiar mucho se empezó a notar la maldad, la droga, el tráfico de armas que se ven en la comuna, eso es lo que me bajonea, la gente se puso más mala, por cualquier cosa quieren pelear”. Asociada a la droga estaría la delincuencia, como un círculo vicioso, donde la delincuencia es consecuencia de la drogadicción, de la necesidad de tener más dinero, para consumir más droga. Los efectos en el espacio público de este fenómeno fueron trascendentales: las calles, las noches, las esquinas y el Estadio se vieron afectados por esta situación.

En cuanto a la vida comunitaria, la droga habría instalado cierta rivalidad entre los vecinos, como señala una dueña de casa “la gente de antes cooperaba más, se tenían más confianza, igual habían problemas como en todos lados, pero se notaba que hacías cositas bonitas, no como ahora que es media turbia la cosa, aparte de la maldita droga que influye mucho en los niños, atacando a los niños…”. Se habría generado una división entre los vecinos en torno a la droga, debido a que esta estaría asociada a peleas, delitos y delincuencia al interior de la Población, con dolorosos hechos, como asaltos entre los mismos vecinos. Además, la instalación de narcotraficantes crea una red de trabajo informal con personas de la misma Población, que en lo sucesivo defenderán o encubrirán esta actividad como una manera también de defender sus fuentes de ingreso. Esto profundizaría la desconfianza y el individualismo, pues los vecinos habrían comenzado a sospechar entre sí, a protegerse de sus propios vecinos, por el miedo a ser víctimas de alguna situación de violencia.

Pese a ser un fenómeno transversal el problema estaría focalizado en una generación y algunos territorios específicos: en el primer caso, los jóvenes; y en el segundo, lugares como el llamado Callejón del Diablo y sitios eriazos como el Estadio, los peladeros o las calles durante la noche. En el caso de los niños, ellos serían el sector de la Población más proclive a vincularse al mundo de la droga, debido a que observan en la calle su consumo y tráfico. Problemas asociados a la droga en el sector son la malnutrición y el retraso en el desarrollo de los niños, un bajo rendimiento escolar y elevado nivel de deserción de la escuela, por lo que los efectos de la droga no son sólo inmediatos, sino que afectan la vida completa de los consumidores y sus familias. Como señala un vecino joven “los niños están haciendo una vida afuera de la calle, están viendo delincuencia, es como un modelo a seguir, tienes dos caminos, la familia que te guía, y si no está la familia ¿quién te guía?” En los dibujos realizados por los niños puede visualizarse que la droga es un tema presente en la medida que forma parte del ambiente y del espacio en que transitan los niños y jóvenes, pero que no hay ninguna condición –ni la pobreza, ni la ausencia de los padres, ni la marginalidad- que los determine a formar parte de ese ambiente, sino que hay que comprender qué otros espacios ofrece la Población. ¿Con qué espacios cuenta la Población para evitar que sus hijos conozcan el mundo de la droga?

La relación entre droga y el espacio público es doble. Por una parte, se reconoce que es en las calles que los niños conocen y se acercan a la droga, pero también son ellos los que más adelante, ocupan y modifican estos espacios, donde a veces la violencia pasa a ser lo común y corriente. No hay que olvidar el drama social que existe tras el fenómeno de la drogadicción y habría que buscar su origen no en la maldad de la gente, sino en las condiciones sociales que empujan a los jóvenes a la droga: la falta de espacios familiares, la búsqueda de grupos que den identidad y protección, la violencia, la pobreza, la falta de expectativas. Como señala una adolescente que vive en la Población “la realidad que yo veo es que esto es un circulo porque el hijo ve al papa que anda drogándose y robando y es choro y por eso lo respetan y el hijo quiere ser igual…como que el mismo núcleo te va llevando a ello y ese es el problema, esa es la realidad que yo veo acá, si se cambiara eso estaría todo mejor porque los niños no tienen cómo salir adelante…”

Cuadro de texto: La Realidad de la Calle En esta comuna la gente no tiene recursos para darse esos lujos de tener un buen computador, TV Cable, cosas de tener entretención adentro de la casa, por eso los niños sales a buscar entretención y se van dando cuenta de la realidad de la calle, que hay curaos, locos fumando marihuana, locos asaltando, y los niños ven eso y se van diciendo “esto lo hacen los grandes, yo quiero ser como ellos” y lo tratan de seguir. También la delincuencia, que no es tan solo que la gente no quiere trabajar, es todo un conflicto. Aquí también hay mucha gente en la esquina tomándose su chela, la música a todo chancho, siempre, mi vecino música a todo chancho, yo recién la tenía a todo chancho, y eso es característico de acá… Vecino, Joven Un segundo fenómeno es la vinculación de la droga en algunos espacios específicos de la Población. La totalidad de los vecinos señalan que en algunos sectores los problemas son más intensos, particularmente en el pasaje que ha sido bautizado como “El Callejón del Diablo”. A juicio de muchos, este sería el lugar más peligroso de la Población, por haberse convertido en un espacio evitado y temido por los habitantes de los otros pasajes. Como señala una vecina, este pasaje forma parte de los “sectores que están como…, no vetados, sino que hay sectores en los que la delincuencia es más fuerte”, aunque existen al menos versiones respecto al hecho. Algunos señalan que el pasaje “siempre fue así”, desde los inicios de la Población, debido a que en una de las casas se realizaban constantes fiestas a las que “llegaban mujeres y hombres, de todo, se les puso el Callejón del Diablo por las peleas en las noches, eran terribles”, como señala un vecino fundador de la Población. Una segunda versión señala una transformación del pasaje, ya que, en palabras de una vecina “antes ese pasaje era súper unido, ahora la gente se distanció por lo mismo, porque llega gente de afuera… llegó mucho niño chico, que aparte de ser drogadictos, eran delincuentes”. Mientras la primera versión señala que ese lugar tiene una larga data de problemas sociales, una segunda dice que serían personas externas las que lo provocarían, resaltando una diferencia entre los vecinos históricos y los nuevos.

Por último, existe también un gran prejuicio en torno a la drogadicción, como si fuera un fenómeno que se concentrara únicamente en los sectores de escasos recursos. Por el contrario, se asocia a determinados sectores de la ciudad, donde se produce el narcotráfico, con sus terribles efectos sociales, pero que sin embargo es una actividad que se realiza para abastecer a amplios grupos sociales acomodados. Como señala un joven “yo encuentro que todo el sector poniente de Santiago, tiene como recalcado el estigma de la delincuencia por los otros sectores de Santiago, el sector alto siempre mira como delincuentes a los de acá abajo, igual los medios de comunicación no ayudan a sacar ese estigma” y muchas veces los juicios de los propios vecinos reproducen esos prejuicios, olvidando que ningún niño nació drogadicto, ni delincuente.

Nuevos Actores: Los Jóvenes

Cuadro de texto: ¿Ha habido un llamado a los jóvenes para que digan “los jóvenes sí estamos ahí” o “no estamos ni ahí”? Yo nunca he tenido una conversación con un adulto que tenga un cargo, entonces lo mismo que decimos nosotros “Ah, no nos pescan, así nos devuelven la mano”, es como que no están ni ahí, no nos conocemos, no hemos conversado, a lo mejor ellos se sorprenderían por las inquietudes que nosotros tenemos, yo creo que son más profundas que las de ellos mismos, porque nosotros a través del arte pretendemos despertar cosas más allá que poner una plaza a la gente, que es igual de válido, pero pretendemos llegar a la música, lectura, entonces nosotros igual jugamos con elementos que son valiosos. Yo no voy a ir a la casa de la señora presidenta de la Junta de Vecinos a decirle “Usted no me toma en cuenta” porque la respeto a ella, pero no ha habido los espacios, ¿alguien ha convocado a esos jóvenes que pueden decir una y otra cosa?, ¿ha habido un llamado a los jóvenes para que digan “los jóvenes si estamos ahí” o “no estamos ni ahí”?. No he sentido ese llamado yo, y esa responsabilidad es de las personas que están a cargo, no nos pidan a nosotros que vayamos a las casas de estas personas y les pidamos una reunión. Porque ellos tomaron un cargo que amerita que ellos se hagan cargo de todas las voces que puedan estar susurrándoles… Vecino, Joven Muchos de las opiniones en torno a las causas del deterioro de las organizaciones sociales, reconocen que no ha habido un adecuado recambio generacional dentro de las organizaciones. Los dirigentes históricos continúan llevando el peso de la gestión de la Junta de Vecinos y los Clubes Deportivos. Y por su parte los jóvenes, no se sienten interesados o lo suficientemente capacitados para asumir la dirección de estas entidades. Como señala un vecino mayor: “estos cabros jóvenes ‘no están ni ahí’, como dice el Chino Ríos, no van a las asambleas, no van a reuniones, no les importa nada” ¿A qué se debe este desajuste? Una razón es la crisis de participación general, que nace de la extendida creencia de que la solución a los problemas de la gente sólo puede ser conseguida de manera individual y que el éxito o fracaso de sus vidas, depende únicamente de su esfuerzo personal. Las instancias colectivas de obtención de metas, personales o sociales, son desdeñadas en relación al esfuerzo unipersonal. Si antes los precios de los alimentos eran altos, podía organizarse una Cooperativa de Consumo o un Comprando Juntos, hoy, parece más sencillo comprar a crédito en alguna multitienda. Mucha gente valora positivamente estos espacios, pero reconoce no tener tiempo para vincularse responsablemente y por eso, prefiere no hacerlo. Una tercera razón, es que las organizaciones como las Juntas de Vecinos, requieren un conocimiento técnico que sólo poseen las generaciones mayores y que los jóvenes no saben cómo adquirir. Todo esto ha diluido la función y ventajas de estas organizaciones, pero persiste su valoración positiva: son valiosas, importantes… pero no sabemos cómo empezar a hacerlas funcionar.

La responsabilidad histórica de esta revitalización recaería en los jóvenes, pero en muchos casos, esto ocurre a través de un juicio negativo de su papel en la comunidad. Como señala una vecina de 18 años, “yo creo que nosotros hemos sido mal catalogados, pero no se dan cuenta que estamos pagando por pecadores, porque los jóvenes tenemos muchas ideas y ganas, y tenemos mucho más tiempo para hacer las cosas…”. Para esta misma joven, la distancia entre los jóvenes y la Junta de Vecinos se debe a que los vecinos no se conocen y que las Juntas de Vecinos y sus sedes, parecen espacios prohibidos o negados a los jóvenes.

Cuadro de texto: “Hay gente que le gusta el jazz, hay gente que pinta, hay gente escribe…”  Cuando hablan de jóvenes, el perfil típico que quieren mostrar es el joven marginal, el típico lanza que anda robando, pero no es así, yo he hecho hartas tocata, y hay gente que le gusta el rock, hay gente que le gusta el jazz, hay gente que pinta, hay gente que escribe, tengo una amiga que se llama Valentina, que por pocos recursos estuvo trabajando en la Municipalidad, ella tiene 19 años y se va a ir a Argentina, prefiere irse para allá, porque acá en la comuna no rinde, entonces hacer un perfil del joven de la comuna Pedro Aguirre Cerda, es complicado, porque yo encuentro que no hay un perfil fijo, no es el típico lanza, hay gente que se sacrifica… Vecino, JovenEsto provocaría que los jóvenes, sencillamente, no se atrevan a participar en estas instancias: “Por ejemplo, mi papá nunca ha participado en alguna votación del CVD o de la Junta de Vecinos, entonces ¿quiénes son los que votan? los que están ahí mismo, entonces ellos no votarían por nosotros, por los jóvenes, si quizás lo único que piensan es ‘estos son jóvenes, no saben pa’ donde va la micro, quieren puro figurar, quieren sentirse bien un rato’ y eso, como que también falta ese apoyo de parte de la gente adulta…”. Para otro vecino, la participación de los jóvenes existe, aunque no en las Juntas de Vecinos, sino a través de múltiples actividades culturales que se están realizando permanentemente, en otros espacios marginales a los espacios de representación formal, lo que ha hecho que desde el mundo de los adultos, no se perciban. La solución pasaría, entonces, por “incluir a más gente joven, renovar otras maneras de que no sigan los mismos, y gente que llegue que realmente tenga ideas y que quiera hacer participar a otra gente. Buscar otras instancias, no solamente una vez al año, hacer más actividades de toda índole, no solamente musicales o artísticas, a lo mejor más actividades para la gente mayor, etc. Pero que asuman que su puesto no es solamente una vez al año, sino tratar de hacer más actividades, como debería hacer una Junta de Vecinos”. Mientras que para los adultos la participación en la gestión de la organización es lo más importante, para los jóvenes son las actividades culturales y deportivas, lo que ha hecho que decidan hacerlas directamente, aunque eso signifique hacerlo desde fuera de las organizaciones. Los mismos jóvenes reconocen que este es un paso pendiente, pues para el desarrollo de sus actividades requieren de la infraestructura de las organizaciones y están conscientes del mayor alcance que tendrían sus actividades. El problema no sería simplemente desinterés sino un tema de comunicación, de espacios de expresión, donde comiencen a establecerse nexos entre ambas generaciones.

Nuevas Formas de Participación

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.El debilitamiento de las organizaciones históricas de la Población, ha estado acompañado, en los últimos años, del surgimiento de nuevas formas de organización. Este hecho es quizás aún muy modesto, como para poder hablar de él como un fenómeno asentado en la Población, sobre todo porque entre los vecinos, persiste la imagen de la crisis de la participación comunitaria. Sin embargo, no sólo los adultos tienen relatos sobre la entrada en crisis de la vida comunitaria en la Población, fruto de sus observaciones a través de cuatro décadas en Lo Valledor Norte. También los jóvenes y los niños tienen relatos similares, que repiten los esquemas de los relatos de los adultos, pues ellos también sostienen que la vida comunitaria ha ido empeorando. En ese sentido, surge el cuestionamiento: si los vecinos adultos dicen que el deterioro de la Población comenzó a inicios de los noventa, ¿por qué niños que nacieron a fines de los noventa dicen que cuando eran chicos había gran participación?

Quizás sea cierto que los años han significado una merma de los niveles de participación, pero también existe un factor subjetivo que hace que siempre el presente se evalúe peor que el pasado y esto puede impedir que se vean algunos aspectos que han mejorado, por muy discretos y pequeños que sean.

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Al parece la cultura es un eje clave para promover la participación en la Población en la actualidad. La presencia del “Teatro a Mil” los años 2009 y 2010 ha tenido una buena acogida entre los vecinos y ha marcado los recuerdos de adultos y niños, como se nota en los siguientes relatos, en que se pidió a un grupo de vecinos participantes del Taller de Mosaicos, narrar los principales hechos vividos en Lo Valledor Norte. Frente a la pregunta ¿Qué recordamos sobre nuestra vida en este barrio?, una niña de 9 años responde: “Nací en 1998, el año 2000 casi me atropellan, el 2003 fui a la Escuela de Lenguaje, el 2005 salí reina en la escuela, el 2009 salí a recorrer en una caravana y se presentó en la Avenida Santiago a Mil. El año 2010 estoy en el Taller de Mosaico”. Otra vecina, de 48 años, señala que “Recuerdo un hecho que me marcó mucho y fue ver cómo le pegaban a mi hermano y cómo nos destruyeron nuestra casa, hasta que me muera lo recordaré y lo único bueno fue que vi en Avenida Central un Teatro a Mil”. En la imagen, la obra “El País de Jauja” presentada en Avenida Central el 12 de Enero de 2009, que convocó a gran cantidad de vecinos. Como señalan algunos jóvenes, el paso siguiente sería realizar constantemente actividades de este tipo, originadas en los intereses de los propios vecinos.

Este interés por la cultura es primordial para los jóvenes, que reconocen su interés por participar en actividades artísticas. Recientemente, jóvenes de la Población han Talleres Literarios y Tocatas como una manera de construir sus espacios de participación, a través de bandas como Los Baratas o Procesión, además de jóvenes dedicados al hip-hop y al grafiti. Algunas niñas recuerdan con entusiasmo el trabajo de algunos gestores culturales, como la Tía Claudia: “Habían actividades, concursos que hacía la tía Claudia. Ella armó una biblioteca en un bus, hacía campeonatos de fútbol, alianzas, organizaba la Navidad. Se podía vivir en paz en el Barrio antes de que llegara la droga, en el año 2000 aproximadamente”. Como puede observarse, los niños también tienen el juicio de la decadencia de la vida comunitaria. Probablemente, cuando los niños de hoy eran aún más niños, el nivel de participación era muchísimo menor que en las décadas anteriores y sin embargo, ellos lo valoran muy positivamente. Las actividades en las que han participado, marcaron su percepción de la vida en la Población, por lo que el desarrollo de espacios de distracción, socialización y participación desde la infancia, parece ser una clave para la revitalización de Lo Valledor Norte.

La Revolución de los Pingüinos y el Liceo Eugenio Pereira Salas

Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.En la memoria de los jóvenes y los niños, también tiene gran importancia el movimiento estudiantil del año 2006, sobre todo porque los alumnos del Liceo Eugenio Pereira Salas fueron el primer Liceo en sumarse al gesto de los alumnos del Liceo Acuático de Lota, el 25 de Abril de 2006. El motivo de su descontento eran las pésimas condiciones de infraestructura en las que se encontraba su Liceo, debido a la demora en las reparaciones, que había causado que debieran realizar clases en un galpón. Las salas estaban separadas por delgadas planchas de madera, por lo que desde una sala de clases se escuchaba a los profesores de otras salas; no había baños suficientes ni ventilación adecuada, además de una plaga de palomas que invadía el lugar.

Cuadro de texto: “Salen cargados los furgones de niños”  Yo miro esta juventud, tenemos dos colegios que son el orgullo, el liceo que tenemos aquí es más maravilloso… Pero ve usted que salen cargados los furgones de niños que los llevan a Avenida España, los llevan a otra parte a estudiar y no los matriculan aquí en estos colegios y usted habla con la mamá y le dice "no quiero que mis niños vayan pa’ allá porque los profesores no sirven pa’ na",, ellos no quieren educar a sus hijos acá… entonces lo que nos falta aquí en la población es promover más, falta tener un medio, un medio para poder llegar al poblador, falta de información, falta de comunicación… Vecino, Tercera EdadDebido al pésimo estado de las instalaciones, se decretó su clausura el 17 de Abril de ese año. En palabras de la Presidenta del Centro de Alumnos de ese año, Ingrid Koch: "Los alumnos temen por su seguridad y condiciones higiénicas ya que las salas están llenas de palomas, acumulamiento de heces de ave y por la frágil techumbre ingresan piedras y objetos, lanzados como proyectiles desde fuera por niños o transeúntes"16, lo que provocó que incluso el Intendente de la Región Metropolitana, Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.visitara el lugar. Por eso, cuando los alumnos del Liceo vieron por televisión o por periódico que los alumnos del Liceo Carlos Cousiño (A-45) de Lota, realizaron una toma del establecimiento en protesta por la filtración de agua en las salas producto de la lluvia, seguramente se sintieron muy identificados. El gobierno de Michelle Bachelet había prometido fortalecer la educación pública y sin embargo, en Lota y Pedro Aguirre Cerda, los liceos públicos se caían a pedazos. El Liceo B-2 fue el segundo plantel en sumarse a la movilización del 2006, que terminó en la conocida “Revolución de los Pingüinos”. ¿Qué significó la participación de los alumnos en esta movilización? Sin duda que remueve el prejuicio de la indiferencia de los jóvenes pues, como otros miles de niños y jóvenes del país, fueron capaces de organizarse y movilizarse en defensa de la educación. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.

Posterior a los acontecimientos del movimiento estudiantil, aunque no por causa directa de ellos, el Colegio fue remodelado y cuenta con una infraestructura destacada dentro de la comuna. Es por ello que ha sido escenario de eventos como el Congreso Municipal de Educación el año 2008, o la visita de la Presidenta Bachelet a inaugurar el Centro de Recursos de Aprendizaje (CRA) el año 2009. Sin embargo, un nuevo problema amenaza al Liceo: la baja matrícula de sus alumnos. En los últimos años, un gran número de apoderados ha decidido trasladar a sus hijos a colegios particulares subvencionados, debido a los resultados educativos deficientes en pruebas como el SIMCE y a los conflictos escolares vividos en su interior. La crisis de la educación pública, si bien es un hecho extendido a toda la sociedad chilena, azota también a la Población Lo Valledor Norte, debido a que el Colegio es un espacio social presente en la Población hace más de cuarenta años. Como señala un dirigente de la Junta de Vecinos “es un orgullo ese colegio, pero no lo ocupan verdaderamente los niños, ahí falta una promoción de ir casa por casa para que matriculen a los niños ahí, porque estamos perdiendo, pueden hasta cerrarlo, porque cómo vamos a tener a 100 niños donde tenemos capacidad para 400 niños, entonces la responsabilidad está en nosotros, de hacer un volante, ir casa por casa, con un volante timbrado por la Junta de Vecinos y el director del Colegio, diciendo el nombre del director, de los profesores, del inspector, llegando al Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.vecino, entonces lo que falta es llegar promoción…”.

La preocupación por la baja matrícula, tiene que ver también con el efecto social que crea el Colegio en la Población, debido a que es el primer espacio en que los habitantes, desde niño, comienzan a conocerse y trabajar juntos. El éxodo de alumnos, guiados por el legitimo derecho a buscar mejores expectativas educacionales, podría sin embargo, socavar el esfuerzo económico y social que significó el proceso de su reconstrucción, así como el carácter cohesionador del histórico Liceo B-2.