lunes, 12 de julio de 2010

La Historia del Barrio Antes de 1958: La Prehistoria del Barrio

La Historia del Barrio

Antes de 1958: La Prehistoria del Barrio

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a existencia de la Población Lo Valledor Norte no es un hecho fortuito en la historia de la vida de sus habitantes ni de la ciudad. Lo que hoy día recibe el nombre de “Lo Valledor Norte”, tanto el espacio físico, como el grupo humano y la historia que lo conforman, es fruto de una larga historia de hombres y mujeres que forman parte de un mismo relato. Un breve repaso a las historias familiares de los vecinos, demostraría la existencia de una historia común, de travesías similares y situaciones reiterativas… antepasados campesinos, un viaje a la ciudad, habitar en viviendas humildes, esforzarse por conseguir la casa propia, dedicarse a construir una bonita población. Gran parte de los habitantes de Santiago comparten esa historia, pues no se trata de un pasaje aislado en la vida de algunos habitantes, sino de una experiencia histórica compartida por la gran mayoría de los sectores populares de la ciudad.

El problema habitacional en Santiago

Hace medio siglo, por primera vez, se pudo decir que la mayoría de los chilenos vivía en ciudades. Así lo determinó el Censo de Población de 1952, dando cuenta a las autoridades y la ciudadanía que al pensar en Chile ya no debían imaginar un país rural, cuya población era mayoritariamente campesina, sino un país urbano, con ciudades que crecían quizás más rápido de lo que todos esperaban. En busca de trabajo, siguiendo a familiares o buscando mejores expectativas de vida, un enorme grupo humano compuesto de campesinos, jornaleros, jóvenes y familias enteras, decidieron emprender rumbo a la capital. Este hecho no sólo marcó la vida de los migrantes que arribaron a la ciudad, sino de la población entera. En la literatura, la dramaturgia, la música o el cine quedó marcado este tránsito, pero también en la construcción misma de Santiago, que no fue capaz de contener dentro de los márgenes de lo ‘urbano’ a esta gran cantidad de población, siendo ellos mismos quienes debieron asumir como una responsabilidad propia la ampliación de los márgenes urbanos de la ciudad.

Hasta antes de 1952, la mayoría de las personas que llegaban a la ciudad se ubicaban dentro de ésta, en los principales barrios obreros que rodeaban el casco http://www.lanacion.cl/prontus_noticias_v2/site/artic/20090129/imag/FOTO_0120090129213517.jpghistórico de la ciudad. El Barrio San Diego, los bordes del Río Mapocho, los alrededores de la Quinta Normal o el Barrio Mapocho, cercano a la Estación Central, eran los lugares donde se podía encontrar habitaciones o viviendas precarias, conocidas como conventillos, donde familias enteras y numerosas se hospedaban en habitaciones sin Cuadro de texto: Conventillo de Santiago En www.memoriachilena.clservicios higiénicos, ventilación ni divisiones internas, pagando por ello una parte significativa de sus ingresos. Ya en 1925 los arrendatarios de esas habitaciones se organizaron para protestar por el alto valor de los arriendos, expresando la necesidad de buscar soluciones definitivas a sus problemas de habitación[1]. En las décadas posteriores, el éxodo de los campesinos no se detuvo y, dado que ni la cantidad de habitaciones era suficiente, ni su precio accesible para todos, prontamente aparecieron nuevas alternativas para habitar. Así surgieron las “poblaciones callampa”, nombre con el que se denominó las habitaciones precarias construidas en el borde de la ciudad, en las riberas del Río Mapocho al Norte o del Zanjón de la Aguada al Sur, lugares donde se instalaron no sólo los habitantes pobres de la ciudad, sino campesinos del sur y trabajadores cesantes producto del cierre de las salitreras en el Norte[2]. No se trataba de gente que no deseara trabajar, ni que prefiriera la pobreza antes que el trabajo, sino que en muchos casos eran trabajadores –incluso niños y niñas trabajadores- que no podía hacer frente al costo de la vida. La visión que las autoridades tenían sobre los habitantes de las poblaciones callampas estaba marcada por el desprecio, bajo el prejuicio de que se trataba de gente ociosa, sin disposición al trabajo ni a los hábitos considerados correctos. Sin embargo, tempranamente fue posible descubrir que las fuentes laborales de los habitantes de las callampas no eran muy diferentes a las de los sectores populares de la ciudad, como pudieron observar una serie de asistentes sociales durante la época[3]. No era gente menos trabajadora ni menos esforzada, como señalaban algunas autoridades y el sentido común de gran parte de los santiaguinos, sino que había otras razones, aparentemente de tipo estructural, que les impedían el acceso a una vivienda adecuada.

Pronto, ni los conventillos ni las callampas fueron suficientes, pues era imposible contener tal cantidad de habitantes dentro del radio urbano de Santiago. Se estima que entre 1907 y 1960 arribaron a Santiago 960.298 personas, que correspondía aproximadamente al 50% de los habitantes totales de la ciudad[4]. Fue entonces que surgió una nueva vía de solución habitacional, cuando el poblamiento alcanzó sectores que tradicionalmente habían sido utilizados para la producción agrícola y ganadera, y que como tales, carecían en absoluto de equipamiento urbano e infraestructura básica para asegurar la subsistencia digna de las personas. Donde actualmente se ubican comunas como Peñalolén, Las Condes, La Florida o Pedro Aguirre Cerda, anteriormente había fundos y chacras que prontamente recibieron a estos nuevos habitantes en busca de trabajo, como allegados donde familiares o amigos, o como habitantes fuera de la legalidad, que simplemente se ubicaron en dichos terrenos. En 1952, unas 210.000 personas vivían en viviendas ilegales, sin títulos de propiedad ni edificación[5]. ¿Cómo se explica esta expansión? El efecto práctico de esta expansión fue la necesidad de que las autoridades reconocieran que la capital ya excedía largamente los límites del Santiago histórico, siendo necesario comenzar a hablar del Gran Santiago como un área urbana irregular y en crecimiento, como quedó establecido en la necesidad de crear organismos estatales que representaran la responsabilidad en el problema de vivienda. En muchos sentidos, la acción de los sin casa se había adelantado a la acción del Estado, tanto en la iniciativa de expansión hacia nuevas áreas, como en el desarrollo de toda la infraestructura que iba asociada a la vida en la ciudad. El Estado no sólo llegaba a auxiliar, sino a regular y coordinar el crecimiento de la ciudad, reconociendo con ello la existencia de un nuevo actor en el juego urbano, los pobladores.

Crecimiento Urbano de Santiago 1960-2003 En: www.plataformaurbana.cl

Estado y Pobladores: las distintas formas de acceder a una vivienda

Cuadro de texto: “No me arrepiento de haber vivido aquí”  Mi marido supo por unos amigos de esta toma de terrenos, y decidimos venirnos. No sabíamos como se estaba organizando, no participamos de eso, sólo supimos y partimos. En La Legua vivimos 3 ó 4 años en una pieza, no teníamos casa y ambos trabajábamos, él era mecánico tejedor y yo maestra. Para ese entonces recién me había mejorado de mi hijo mayor, por lo que no pude venirme a la toma, sólo lo hizo mi esposo. Aquí la gente fue llegando y las filas no terminaban, ya cuando había mucha pusieron carabineros para que no siguieran entrando. Venían de hartas partes, parece que rodeaban el terrenoy entraban por todos lados. Uno no se veía bajo los yuyos, asi que comenzamos a sacarlos de a poco. Este lugar era un peladero, y parece que se plantaban chacras porque pasaba un canal por la Avenida La Feria, que venía desde San Joaquín. Así que la gente paró sus cochitas mientras estaban los carabineros, y apenas amanecía ponían sus banderas chilenas, para que no nos pasaran a llevar…  Testimonio de Ángela Román. En: Grupo Identidad de Memoria Popular, Memorias de La Victoria, Santiago, Quimantú, 2008,  pp.35-36Poco a poco, el Estado fue adquiriendo mayor responsabilidad en el problema habitacional y urbano. Fue durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, cuando se crearon simultáneamente el Ministerio de Obras Públicas y la Corporación de la Vivienda (CORVI) en 1953. Ésta última estaba a cargo de llevar a cabo un Plan de Vivienda, además de la urbanización y la construcción y mejoramiento de los distintos barrios y sectores de la ciudad[6], para hacer frente al amplio malestar social que se estaba generando debido a la inexistencia de soluciones reales para la obtención de la vivienda.

La desregulación, el aparente abandono de los ciudadanos imposibilitados de acceder a soluciones habitacionales por la vía del mercado y la acción estatal ineficaz en materia de vivienda, fueron configurando un escenario donde la carencia de vivienda se convertía en un foco de malestar social. Pese a la creación de una infraestructura estatal que diera soporte institucional a estas demandas, el plan de Ibáñez había dado muy pocos frutos. Por eso, en 1957, el último año de su gobierno, el malestar popular se expresó a través de dos grandes episodios: las protestas de Abril de 1957 en Santiago, Concepción y Valparaíso, producto del alza del precio del transporte público y la Toma de La Victoria en Octubre del mismo año. Éste último hecho, en que un grupo de pobladores organizados se desplazaron desde las orillas del Zanjón de la Aguada hasta los terrenos del Fundo La Chacra, en Pedro Aguirre Cerda, apoyados por partidos políticos, la Iglesia y estudiantes, marcó un antes y un después en la política habitacional chilena. Si no se otorgaban soluciones masivas, accesibles y dignas a los pobladores, estos serían capaces de tomar soluciones por su propia cuenta, actuando con mayor rapidez que el Estado y generando un conflicto político. A los pobladores de La Victoria, como pasó a llamarse ese campamento, fue imposible sacarlos de allí… hasta el día de hoy. Al contar con el apoyo del múltiples actores sociales, como ya se ha mencionado, pudieron ejercer presión frente al Estado, solicitando que se reconociera legalmente la ocupación de terrenos que habían realizado, así como la rápida distribución de los sitios que la CORVI poseía en Lo Valledor, San Gregorio y Clara Estrella[7]. Sólo dos años después La Victoria fue reconocida legalmente, cumpliendo los pobladores el gran objetivo de tener un lugar donde vivir, pero además lograron un objetivo más amplio, a través de la presión que ejercieron frente al Estado para que otorgara soluciones dignas a otros cientos de miles de personas que esperaban y estaban dispuestos a trabajar por su vivienda. Tanto en La Victoria como en otras poblaciones, los habitantes se habían hecho cargo, con gran esfuerzo, de parte del equipamiento urbano, costeando de sus bolsillos la construcción de alcantarillado, servicios sanitarios, ductos de agua potable, plazas, escuelas y consultorios. Sin embargo, era Cuadro de texto: Familia en la Toma de La Victoria. En: Carlos Morales, La Victoria de Chile, Santiago, La Llama, 198?necesario que el Estado apoyara y reconociera la legitimidad de estas acciones, viendo en los pobladores un grupo social dispuesto a cooperar y encabezar la construcción de sus barrios. Si no se hacía, se corría el riesgo de dar paso a medidas más radicales, urgentes y extralegales, como había ocurrido en La Victoria.

Cuadro de texto: Operación Sitio en En www.minvu.clJorge Alessandri Rodríguez, presidente electo, tenía claridad respecto a este punto. Por eso, al llegar al poder en 1958, le dio nuevas energías a la construcción de viviendas acelerando la construcción de las poblaciones San Gregorio, José María Caro y Lo Valledor Norte y Sur, para dar solución masiva a las poblaciones callampas del Río Mapocho y el Zanjón de la Aguada[8] y creando un Plan Nacional de Vivienda en 1959. Junto con ello, se dotó de nuevas responsabilidades a la CORVI, que a partir de ahora tendría la atribución de asignar viviendas según un sistema de puntajes y de incentivar el ahorro a través de las famosas ‘cuotas CORVI’, ahorro que sería reajustado según el Banco del Estado. De este modo, se abrían nuevas vías de acceso a la vivienda, otorgando nuevas posibilidades a quienes no podían enfrentar de manera individual las lógicas del mercado o que por su situación familiar, convicciones o preferencias, no deseaban obtener sus viviendas a través de una vía radical, como las “tomas de terreno”. Sin embargo, esto no significó que el Estado se hiciera cargo de todas las necesidades de los pobladores. Muy por el contrario, la CORVI y el Ministerio de Obras Públicas reposaron en la acción organizada de los pobladores, quienes colaboraron haciéndose cargo del trazado de calles, pavimentación, creación de escuelas y áreas verdes.

Se establecían así distintos mecanismos para acceder a una vivienda, que fueron los utilizados en los años siguientes por una considerable parte de los habitantes de la ciudad. En 1960, 100.000 familias, equivalentes a unas 700.000 personas, vivían en campamentos, poblaciones callampas o poblaciones construidas a través de los mecanismos ofrecidos por el Estado[9], lo que por la época correspondía a un tercio de los habitantes de la ciudad. Por un lado, la posibilidad de las tomas estuvo presente constantemente, siendo un mecanismo ampliamente utilizado hasta 1973, sobre todo por los grupos con mayor grado de organización política, tanto de izquierda como de centro. Otra opción era acceder mediante el ahorro, el que a su vez podía ser individual, cuando las familias abrían una cuenta a su nombre para ahorrar el dinero mínimo solicitado por la CORVI, o bien organizarse en un Comité Sin Casa y reunir colectivamente dicho monto. Todo dependía de las trayectorias de las distintas familias, pues muchas veces el esfuerzo había estado puesto en la búsqueda de una solución individual, pero en otros casos se había optado por buscar soluciones colectivamente. En ambos casos, había un problema previo y una necesidad actual en común, sólo difería el modo en que se había realizado un mismo proceso.




[1] Vicente Espinoza, Para una historia de los pobres en la ciudad, Santiago, SUR, 1988

[2] Vicente Espinoza, ibíd..

[3] Mario Garcés, Garcés. Tomando su sitio, Santiago, LOM, 2002

[4] Armando De Ramón,. De Ramón. Santiago de Chile: Historia de una sociedad urbana, Santiago, Catalonia, 2007, p.241

[5] Armando De Ramón. Ibid., p.242

[6] Mario Garcés, Garcés. Op.Cit., p.113

[7] El Siglo, 3/2/1985. Citado por Mario Garcés, Op.Cit., p.144

[8] Mario Garcés, Garcés. Ibíd.,167

[9] Armando Armando De Ramón,Ramón. p.242

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