lunes, 12 de julio de 2010

1958-1973: Los Orígenes de la Población

Las lluvias de junio de 1958 dejaron de manifiesto que el problema de la vivienda no podía esperar. Así pensaban tanto las familias damnificadas que se encontraban albergadas en las inmediaciones del Matadero de Lo Valledor, como gran parte de la opinión pública, incluidos diputados que plantearon la urgencia en el Parlamento. La creación de políticas integrales de vivienda debía complementarse con un plan de carácter urgente, que se materializó en la construcción de tres grandes proyectos habitacionales: las poblaciones San Gregorio (1958), Lo Valledor (1958) y José María Caro (1959), ubicadas en el extremo sur de la comuna de Santiago, en lo que actualmente corresponde a La Granja, Pedro Aguirre Cerda y Lo Espejo.

Cuadro de texto: Comité Sin Casa  Un día me encontré con un amigo en una esquina y le dije que mi idea no era criar a mis hijos en el campamento, que siempre aspiraba a tener un hogar, que viviéramos mejor y él me dijo ‘hagamos un comité de los sin casa’. Cuando creamos ese comité hicimos un desfile, una presentación en el Teatro Balmaceda, una elección de reina, allá en el campamento. Nos pusimos de acuerdo para poner a la gente en la población, eran 147 familias y las casas estaban a un lado del pozo arenero, entonces quedamos en fijar una reunión a toda la gente y llegaron todos cuando les dijimos que íbamos a trabajar por una casa, pero en el camino se fueron quedando atrás, como en todos los sectores donde hay poblaciones marginales…”  Vecino, Tercera Edad

Cuadro de texto: Comité Sin Casa “Un día me encontré con un amigo en una esquina y le dije que mi idea no era criar a mis hijos en el campamento, que siempre aspiraba a tener un hogar, que viviéramos mejor y él me dijo ‘hagamos un comité de los sin casa’. Cuando creamos ese comité hicimos un desfile, una presentación en el Teatro Balmaceda, una elección de reina, allá en el campamento. Nos pusimos de acuerdo para poner a la gente en la población, eran 147 familias y las casas estaban a un lado del pozo arenero, entonces quedamos en fijar una reunión a toda la gente y llegaron todos cuando les dijimos que íbamos a trabajar por una casa, pero en el camino se fueron quedando atrás, como en todos los sectores donde hay poblaciones marginales…” Vecino, Tercera Edad

Los lugares escogidos se encontraban en las afueras de Santiago, en terrenos tradicionalmente dedicados a la producción agrícola para abastecer a la ciudad, pero que prácticamente ya formaban parte del radio urbano. El Fundo Lo Valledor, ubicado entre la línea del tren y la Avenida General Velásquez, fueron adquiridos por la CORVI para repartir sitios entre las miles de familias que esperaban un lugar donde vivir.

Mientras las autoridades gubernamentales decidían cómo comenzar con esta primera etapa de construcción habitacional, los primeros habitantes de lo que pronto sería Lo Valledor Norte esperaban ansiosos la adjudicación de los terrenos donde irían a vivir. Seguramente, todos poseían una Libreta CORVI donde habían ido depositando cuotas con mucho esfuerzo. El principal requisito era tener una familia, pues se daba prioridad a los grupos familiares antes que a las necesidades individuales de vivienda.

Cuadro de texto: Comité Sin Casa “Lota” Fotografía de Antonio Ravest

El largo camino a Lo Valledor

Cuadro de texto: “Toda la noche con fogatas”  Nosotros nos veníamos a las 2 de la mañana a pie de El Salto, porque no había locomoción y estábamos toda la noche con fogatas con otra gente para poder tomar número. Ahí mismo en la calle y después de los primeros días no tocó, como al tercer día que nos vinimos con mi comadre muertas de frío, en Junio o Julio tocamos… A mí me rechazaron porque yo era muy joven tenía como 16 o 17 años, pero yo estaba casada ya…  Vecina, Tercera EdadCuadro de texto: Los papeleos Y de ahí yo me encargué de hacer todos los papeles, fui a Serrano con Arturo Prat. Allá hice todos los papeleos y nos salió sitio para acá… La documentación que ellos nos pedían era el certificado de antecedentes, de la esposa, de los hijos mayores, del dueño de casa, el esposo, entonces fue gente muy seleccionada la que llegó… Empezamos a trabajar con la asistente social, que nos ayudó mucho. Un día a las 10 de la mañana, año 1958, fuimos a hablar con ella y me dice ‘a las 1:30 quiero a toda tu gente aquí para que vengan a firmar, porque están listos los sitios para que se vayan’. Llegamos a firmar allá y teníamos que llevar la plata para pagar el primer dividendo de arriendo del sitio, nos dijeron que lo pagáramos altiro, era la alegría de tener algo…” Vecino, Tercera EdadCuadro de texto: “Toda la noche con fogatas” Nosotros nos veníamos a las 2 de la mañana a pie de El Salto, porque no había locomoción y estábamos toda la noche con fogatas con otra gente para poder tomar número. Ahí mismo en la calle y después de los primeros días no tocó, como al tercer día que nos vinimos con mi comadre muertas de frío, en Junio o Julio tocamos… A mí me rechazaron porque yo era muy joven tenía como 16 o 17 años, pero yo estaba casada ya…  Vecina, Tercera EdadPero ahorrar no era tan sencillo. El hecho de tener una Libreta CORVI era sólo un símbolo del gran esfuerzo que realizaban las familias para obtener una vivienda, necesidad que en algunos casos, era muy urgente. Muchos de ellos vivían en casas de familiares, acomodados con buena voluntad y paciencia, a la espera de una vivienda definitiva. Otros lo hacían en conventillos o cités del centro de Santiago, soportando incomodidades y privaciones con tal de juntar las preciadas cuotas necesarias para postular a la vivienda. Cuando se cumplía con el ahorro mínimo, había que comenzar la postulación en la CORVI, ubicada en la calle Arturo Prat, en Santiago Centro. El hecho de que la mayoría de las familias vivía en las afueras de la ciudad, sumado a la falta de locomoción y a la gran cantidad de familias que realizaba el trámite, hacía que muchos prefirieran pasar allí la noche, con improvisadas fogatas y colaciones que les permitieran resistir mejor el frío y la lentitud de la noche. Fue en estas largas esperas, a la luz de una fogata o en una larga fila que provocaba que la gente comenzara a conversar, que los futuros vecinos comenzaron a conocerse o al menos, a ubicarse de vista.

Cuadro de texto: Los papeleos  Y de ahí yo me encargué de hacer todos los papeles, fui a Serrano con Arturo Prat. Allá hice todos los papeleos y nos salió sitio para acá… La documentación que ellos nos pedían era el certificado de antecedentes, de la esposa, de los hijos mayores, del dueño de casa, el esposo, entonces fue gente muy seleccionada la que llegó… Empezamos a trabajar con la asistente social, que nos ayudó mucho. Un día a las 10 de la mañana, año 1958, fuimos a hablar con ella y me dice ‘a las 1:30 quiero a toda tu gente aquí para que vengan a firmar, porque están listos los sitios para que se vayan’. Llegamos a firmar allá y teníamos que llevar la plata para pagar el primer dividendo de arriendo del sitio, nos dijeron que lo pagáramos altiro, era la alegría de tener algo…”  Vecino, Tercera Edad

En Septiembre de 1958 las familias seleccionadas recibieron el llamado de las autoridades para concurrir al Fundo Lo Valledor dentro de un plazo de diez días, a tomar posesión del terreno que les había sido asignado. Si bien algunos habían tenido ocasión de conocerse en aquellas largas esperas y otros venían organizados previamente, a través de Comités Sin Casa, la gran mayoría de los ahora vecinos jamás se había visto. Llegar a Lo Valledor fue conocer, al mismo tiempo, el lugar donde vivirían de aquí en adelante y a las personas que los acompañarían en este habitar.

¿Sólo diez días para llegar? Si la espera había sido lenta y se les había exigido paciencia, el aviso de que debían ocupar sus sitios les exigía rapidez y pragmatismo, pues un atraso en ese plazo podía significar que el sitio fuera reasignado a otra de las familias que engrosaban las listas de espera de la CORVI. En ese breve lapso había que conseguir ayuda para transportar las pertenencias familiares en camión, vehículo, carretón o a mano, además de materiales que sirvieran para construir las carpas y ranchos en que tendrían que vivir los primeros meses. La construcción de las casas vendría después, la urgencia era llegar.

Cuadro de texto: Niños jugando en los sitios Fotografía de Edgar Sepúlveda

Cuadro de texto: “Me dieron ganas de llorar”  Aquí había puras cañas secas y la calle era donde plantaban cebollas, tenían una canalitas porque eran chacras. Cuando llegué aquí, lo primero que veo es el choclo hasta arriba, las cañas de maíz, el canal… yo venía con la guagua chica, no tenía nada, tenía tres partes de la rancha, porque las piezas se las dejé a mi mamá que se quedo en el campamento. Me quedé aquí y tuve que tapar el canal solita… No le voy a negar que cuando llegué con la guagua en brazos y vi donde estaba mi terreno, me dieron ganas de llorar de verlo. Yo sola, yo con la guagua, sin tener nada y veía el sitio con alambre de animales, tenia este reja así de alambre. Yo no quería venirme, me dio miedo llevar a la niña allá, pero me dijeron que tenía 10 días para venir, o si no, se lo entregaban a otra persona. Así que me tenía que venir… Vecina, Tercera EdadLa llegada

Cuadro de texto: “Me dieron ganas de llorar” Aquí había puras cañas secas y la calle era donde plantaban cebollas, tenían una canalitas porque eran chacras. Cuando llegué aquí, lo primero que veo es el choclo hasta arriba, las cañas de maíz, el canal… yo venía con la guagua chica, no tenía nada, tenía tres partes de la rancha, porque las piezas se las dejé a mi mamá que se quedo en el campamento. Me quedé aquí y tuve que tapar el canal solita… No le voy a negar que cuando llegué con la guagua en brazos y vi donde estaba mi terreno, me dieron ganas de llorar de verlo. Yo sola, yo con la guagua, sin tener nada y veía el sitio con alambre de animales, tenia este reja así de alambre. Yo no quería venirme, me dio miedo llevar a la niña allá, pero me dijeron que tenía 10 días para venir, o si no, se lo entregaban a otra persona. Así que me tenía que venir… Vecina, Tercera Edad

Yuyos. Yuyos y sol. Una a una, las familias ansiosas de encontrar su sitio, se enfrentaron porpor primera vez al extenso paisaje del ex Fundo Lo Valledor. Más allá de la línea del tren, que simbolizaba los confines de la ciudad, se encontraban estos terrenos donde antes se sembraban cebollas, habas o arvejas, pero ningún árbol. No había árboles que dieran sombra, sólo tierra, piedras, canales de regadío y zarzamoras. Los primeros días, los sitios separados por una malla metálica y señalados con un discreto número, eran indistinguibles los unos de los otros, lo que sumado al sol, la tierra y las zarzamoras que llenaban el paisaje, exigía gran sacrificio y fuerza de parte de los pobladores. Muchos optaron por trabajar de noche en la mejora de sus sitios, para no tener que soportar el quemante sol en sus cabezas. Porque además del calor, la falta de agua y de sombra, debían enfrentar una ausencia aún más notoria: la casa. Y es que… ¿valía la pena tanto esfuerzo realizado para llegar, finalmente, a ocupar un sitio pelado? ¿Estaban mejor aquí que en sus antiguas viviendas? Muchas veces estas ideas debieron cruzar la mente de las familias, pero la realidad les exigía poner manos a la obra y comenzar, poco a poco, a mejorar las condiciones de su existencia.

Si

Si el Estado había sido capaz de organizar esta Operación Sitio, pero no de entregarles un equipamiento mínimo, había que ir más allá de la institucionalidad y asumir mayores grados de responsabilidad. Había que construir la población. La primera tarea fue instalarse en los distintos sitios que Cuadro de texto: “Toda la noche la gente estaba trabajando”  La población era inmensa, toda la noche la gente estaba trabajando, clavando, martillando. No teníamos luz, porque la luz la más cerca era la de la Avenida La Feria y en La Cisterna… En la noche acarreábamos agua, hacíamos turnos porque era tanta la gente que había que se formaba cola, entonces yo, por ejemplo, una semana me tocaba acarrear agua de las 8 hasta las 10, después yo dormía un rato y me levantaba a las 12 de la noche y tomaba el otro turno para poder llenar tambores para lavar los pañales a la guagua.          Vecina, Tercera Edadestaban señalados con un número y marcados con rejas, dentro de los cuales cada familia construía su vivienda provisoria. Instalados en carpas, en pequeñas mejoras de madera o improvisados ranchos, las familias se fueron instalando y conociendo. Además del sol y el cansancio generalizado, el sólo hecho de identificar el sitio propio era una dificultad, pues como cuenta un vecino “cuando teníamos que salir a comprar a la feria teníamos que dejar marcado el pasaje con una piedra o si no, nos perdíamos”. A la precariedad de las viviendas y los espacios urbanos, se sumaba la lejanía de la ciudad y los lugares de trabajo.

La distancia

La Población estaba ubicada en los márgenes de la comuna de Santiago, donde no existía un equipamiento mínimo que permitiera decir que estaban “dentro” de la ciudad. La línea del tren marcaba una frontera social que pervive hasta el día de hoy, como si del lado de acá, al otro lado del mundo el progreso anduviera a pasos más lentos. Los problemas de transporte existían inclusive al interior de la Población, como recuerda un vecino no habían caminos, claro, no habían caminos entonces vivir acá a usted le costó, por decir el pasto, los hoyos, qué se yo, un montón de problemas…”. El problema era aún más grave si se considera que gran parte de los jefes de familia de la Población trabajaba en industrias que estaban dentro del margen urbano, como las Cristalerías Chile, en Vicuña Mackenna, Manufacturas Sumar, en Carlos Valdovinos o Textiles Yarur, en Pedro Montt; por lo que debían hacer largos trayectos para llegar a sus lugares de trabajo. Los niños, también sufrían las complicaciones, pues antes que existiera la Escuela B-2, debían trasladarse a otrosc, ubicados en torno a Gran Avenida o en el centro de la ciudad. Esta lejanía no sólo era física, también era social, pues quizás no eran muchos los kilómetros que los separaban del resto de la ciudad, pero aún así existía la sensación de estar viviendo en sus afueras.

Cuadro de texto: “Habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese”  Mis niños iban a la escuela José Miguel Carrera en la Gran Avenida, paradero 14 y la única micro que pasaba por acá era la “Matadero Palma”, la 75, en la que se podía viajar para acá. Pero para poder llevar a los niños al colegio tomábamos la Dávila Negrete, una liebre que pasaba por el otro lado de la línea, porque el paradero estaba allá en la Villa Sur, frente al Panoteca, ahí estaba el paradero. Y esa micro después la tomábamos allá en la Gran Avenida y nos dejaba acá al frente de la línea. La mayoría de las veces, por el horario que había, que venían las micros totalmente completas, nos veníamos a pie desde el paradero catorce hasta acá con los niños, de la Gran Avenida hasta acá. Su hora caminando diría yo, pero nos entreteníamos porque habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese. Era simpático, era bonito, estaba toda la población Dávila, estaban Las Lilas también en ese tiempo y estaba la Villa Sur… Vecino, Tercera EdadSinCuadro de texto: “Habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese” Mis niños iban a la escuela José Miguel Carrera en la Gran Avenida, paradero 14 y la única micro que pasaba por acá era la “Matadero Palma”, la 75, en la que se podía viajar para acá. Pero para poder llevar a los niños al colegio tomábamos la Dávila Negrete, una liebre que pasaba por el otro lado de la línea, porque el paradero estaba allá en la Villa Sur, frente al Panoteca, ahí estaba el paradero. Y esa micro después la tomábamos allá en la Gran Avenida y nos dejaba acá al frente de la línea. La mayoría de las veces, por el horario que había, que venían las micros totalmente completas, nos veníamos a pie desde el paradero catorce hasta acá con los niños, de la Gran Avenida hasta acá. Su hora caminando diría yo, pero nos entreteníamos porque habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese. Era simpático, era bonito, estaba toda la población Dávila, estaban Las Lilas también en ese tiempo y estaba la Villa Sur… Vecino, Tercera EdadSin embargo, había un elemento que facilitaba estas primeras tareas: la confianza. Pese a que los vecinos apenas se conocían, hoy en día todos señalan que existía mucha confianza y honradez entre los vecinos, que se fueron conociendo mientras trabajaban juntos. Pero… ¿por dónde empezar a mejorar la población?

Cuadro de texto: La “Ovalle Negrete” En www.chilebuses.clServicios Básicos

Entre las mayores urgencias, estaba la necesidad de traer luz y agua a la población, pues los sitios no estaban urbanizados. A la Población Lo Valledor Norte, habían llegado familias pertenecientes a 16 Comités Sin Casa, sumados a las personas que habían llegado de manera individual, a quienes la CORVI les había asignado un terreno en la población, pero que no conocían otras familias. Eso generó algunas dificultades, pues como señala un dirigente “Había 16 timbres, 16 presidentes, 16 directivas, entonces qué pasaba, pasaba que ellos querían mantener su organización para seguir luchando, luchando por cual era la lucha primero: el primer punto era el agua…”. Es decir, que si bien había conflictos de organización, los vecinos pudieron sobreponerse a ellos en la medida en que pusieron en primer lugar las necesidades de la Población, más que los intereses personales, de las distintas organizaciones o lo que la timidez o la costumbre podían imponer.

Cuadro de texto: “¡Avísame cuando llegue la luz!”  - La primera energía que tuvimos la robamos de la población del lado, por ahí por el ferroviario, que se llama la Villa Sur. Nos juntamos con el vecino Isaías Alvarado, que es electricista y empezamos a recolectar plata aquí para comprar cable. En víspera de Pascua, nos pasamos por debajo de la línea del tren con el cable, compramos un cable firme, porque había que pasar por debajo de la línea del tren con el cable y llegamos ahí a las primeras casas y empezamos a instalar e inmediatamente luz, por esa calle que se llama Augusto Cesar Sandino, hasta el final llegamos con la luz. Terminamos al otro día de la Pascua como a las 7 de la mañana. ¿Cuánto tiempo nos duró la luz?, un par de semanas parece.   -Si era un puro cable. Mi marido le decía a mi hermana, se subía a una silla y le dice “avísame cuando llegue la luz” y él estaba con la corriente en las manos. La corriente no avisa, llega. La gente del otro lado protestó porque les bajó el voltaje también a ellos, porque no solamente fuimos nosotros por acá, si no que por Lo Valledor Sur también sacaron, toda la gente empezó a hacer lo mismo, a colgarse…  Vecino y Vecina, Tercera EdadCuadro de texto: Niños durante los primeros meses  Fotografía de Edgar Sepúlveda La realidad social que se vivía es muy bien relatada por una vecina: “Nosotros no teníamos energía eléctrica, no teníamos nada, ni agua. Íbamos al grifo ahí en la esquina y ahí íbamos a buscar agua, ahí en la esquina al ladito de la casa, para cocinar, para lavar, para todo. Ahí nos fuimos conociendo. Cuando hacíamos fila, porque había que hacer fila para juntar el agua, porque cuando había mucha gente, había que esperar su turno…”. El agua era una necesidad vital y en esta tarea no sólo participaban las mujeres, encargadas de los quehaceres de la casa, sino que toda la familia debía participar en los turnos, durante el día y la noche, para poder abastecerse. Muchas veces, la situación se volvía conflictiva. Como señala un vecino Había peleas también. Como no había nada de agua, los hombres se iban a bañar a los grifos en la noche, totalmente desnudos allá por las 2, 3 de la mañana encontrabas un lote de viejos bañándose en los grifos…”.

EnCuadro de texto: “¡Avísame cuando llegue la luz!” La primera energía que tuvimos la robamos de la población del lado, por ahí por el ferroviario, que se llama la Villa Sur. Nos juntamos con el vecino Isaías Alvarado, que es electricista y empezamos a recolectar plata aquí para comprar cable. En víspera de pascua, nos pasamos por debajo de la línea del tren con el cable, compramos un cable firme, porque había que pasar por debajo de la línea del tren con el cable y llegamos ahí a las primeras casas y empezamos a instalar e inmediatamente luz, por esa calle que se llama Augusto Cesar Sandino, hasta el final llegamos con la luz. Terminamos al otro día de la Pascua como a las 7 de la mañana. ¿Cuánto tiempo nos duró la luz?, un par de semanas parece. Si era un puro cable. Mi marido le decía a mi hermana, se subía a una silla y le dice “avísame cuando llegue la luz” y él estaba con la corriente en las manos. La corriente no avisa, llega. La gente del otro lado protestó porque les bajó el voltaje también a ellos, porque no solamente fuimos nosotros por acá, si no que por Lo Valledor Sur también sacaron, toda la gente empezó a hacer lo mismo, a colgarse… Vecina, Tercera EdadEn un inicio, se habilitaron dos grifos de agua, uno en Avenida Central y otro en la esquina de Cooperación con Centroamérica. Para llegar a esto, fue necesario que un grupo de vecinos voluntariamente revisaran las cañerías que llevaban el agua a través de Avenida Lo Ovalle, desde Gran Avenida a pie y con llave en mano, revisando que todo estuviera en buen estado para que el agua llegara a Lo Valledor.

Traer la luz fue un desafío mayor, pues era necesario alguien con el conocimiento técnico suficiente para evitar desgracias por la mala manipulación del alumbrado público. La opción más rápida fue conectarse al alumbrado público de la Villa Sur, la población más cercana con electricidad, para tener una solución transitoria. Con la ayuda de un vecino electricista, se pasaron cables con electricidad por debajo de la línea del tren y se fue conectando familia a familia. El voltaje era muy bajo, así que apenas alcanzaba para conectar ampolletas que alumbraban tímidamente y encender algunas radios, que dieron información y entretención a las familias.

La solución definitiva vino después, cuando la Junta de Vecinos realizó gestiones con el Ministerio de Obras Públicas para que se otorgara luminaria pública, alcantarillado y servicios sanitarios a la población. Pero como puede observarse, los vecinos no esperaron pasivamente a que las autoridades le dieran solución a sus problemas. Muy por el contrario, buscaron soluciones alternativas, ingeniosas y colaborativas para enfrentar sus problemas. Para ello, utilizaron lo que tenían a mano: su trabajo, su capacidad para organizarse, su voluntad de vivir mejor. Por otro lado, los dirigentes de la Junta de Vecinos tenían un trato bastante cercano con algunos políticos, ya fueran miembros del Gobierno o Diputados, por lo que no tenían problemas en gestionar soluciones hablándole “de tú a tú” a las autoridades, de modo que no se trataba de pedir soluciones, sino de llegar a acuerdos para solucionar en conjunto los problemas. Para el pavimento, por ejemplo, los vecinos también hicieron un aporte monetario.

Cuadro de texto: Una visita del Ministro “Llegamos con el Ministro Sótero del Río a la casa de Carlos Candia, presidente de la Junta de Vecinos, era tiempo de invierno, parece que era Agosto de 1960. Entonces conversamos con Carlos, que había mandado a preparar unas prietas a la Gabriela Moreno, prietas con leche y nueces que quedan muy ricas, además de un vino tinto. Así que le sirvió un plato de prietas con papas cocidas al Ministro y lo que pasó es que Carlos había sido de la Marina, había navegado en el “Almirante Latorre”, así que hablaban en inglés los dos, perfecto inglés. Después de comer, el Ministro dijo  "Ya, vamos a poner el agua y las casetas sanitarias" y se empezó a construir las casetas sanitarias, se hicieron las veredas y se puso la red eléctrica… Vecino, Tercera EdadEl agua y la luz son sólo dos ejemplos de cómo los vecinos se organizaron para dar solución a sus necesidades. De esa manera se fueron conociendo y adquiriendo confianza y amistad, que luego se expresaría en una serie de organizaciones y en un modo de vivir característico de la población, que como recuerdan quienes vivieron en esta época, estaba marcado por la buena vecindad, la cooperación y la solidaridad.

Organizaciones Comunitarias

Llegar a vivir e instalarse en Lo Valledor Norte fue un verdadero aprendizaje social. Entre 1958 y 1960 se habían solucionado una serie de problemas de primera necesidad, pero quedaban otras múltiples necesidades sociales y culturales que cubrir. Hablar hoy en día de organizaciones vecinales como Juntas de Vecinos genera mucha nostalgia entre los vecinos, pues todas las generaciones comparten el análisis de que hoy en día, las Juntas de Vecinos se encuentran vaciadas de participación… no como antes. ¿Qué cambió en estos cuarenta años? Un primer argumento, es que los vecinos “no nos conocemos”, sin embargo, cuando las primeras familias llegaron a la Población durante los primeros años, tampoco se conocían. Sin embargo, también había un contexto social y político diferente, como también era diferente la voluntad que había de participar en estas instancias.

Cuadro de texto: El Pdte. Eduardo Frei Montalva en la Junta de Vecinos Fotografía de Regina CandiaEl gobierno de la DC, que llegó al poder en 1965 con Eduardo Frei Montalva, dio un gran impulso a este tipo de organizaciones. Con la creación de la Consejería Nacional de Promoción Popular en 1967 y la Ley de Juntas de vecinos y Organizaciones Comunitarias en 1968, se institucionalizó la relación que existía entre Juntas de Vecinos, Clubes Deportivos, Centros de Madres y Centros de Padres con el Estado. No era extraño ver a Ministros, Diputados o Alcaldes visitando la Población y tratando con cercanía a los dirigentes sociales y los vecinos, quienes también acudían a ellos cuando lo consideraban necesario.

Sin duda, la participación de la gente en la Junta de Vecinos era más masiva que en la actualidad, como recuerda un ex Presidente de esta entidad: “Antes del ’73, el sector A, que es de la calle Haití eran 400 familias y votaban todos acá en el Consultorio, los de José Matías Delgado votábamos todos en la Escuela Piloto y los de la isla [sector C], votaban en la sede social de tablas, atrás del colegio. En total votaban 800 personas, yo sacaba 200 ó 300 votos, ahora toda la directiva no alcanzamos a sacar 200 votos y antes del 73 votaban 800 personas… yo me hago la pregunta ¿por qué?, y no encuentro respuesta…” Es por esto que en la memoria colectiva de la Población, entre 1958 y 1973 se vivió una época de auge de las organizaciones sociales, aunque es posible encontrar personas que no se sintieron parte de ese fenómeno, del mismo modo que estudios realizados en la época señalaban que Lo Valledor Norte no contaba con mucha participación comunitaria.

Entre 1968 y 1969 un equipo de sociólogos, encabezados por Alejandro Portes, visitó la Población para realizar un estudio sobre el nivel de marginación social que existía. Respecto a la participación en organizaciones vecinales, señala lo siguiente: “En Lo Valledor Norte, la cohesión interna y la participación en organizaciones vecinales tienden a ser bajas. Esto parece deberse, por una parte a la falta de conocimiento mutuo inicial y de trabajo común para el logro de metas habitacionales básicas por parte de los pobladores y por otra, al hecho de encontrarse resueltos los problemas esenciales de vivienda y urbanización. En la actualidad, la meta principal de la Junta de Vecinos y los pobladores radica en lograr los títulos de propiedad definitivos de sus viviendas y… saben cuánto exactamente han de pagar por ellos”[1] Este juicio, quizás se debió al hecho de que se comparaba el caso de Lo Valledor Norte con otras poblaciones que había nacido a través de “tomas de terreno”, como La Victoria o Lo Valledor Sur, lo que pudo haber hecho que los investigadores no apreciaran los aportes de las organizaciones en esta población en su real magnitud. No obstante, también es posible encontrar testimonios de personas que reconocen que no se comprometían mucho en las organizaciones, aunque sí en la vida comunitaria: “Participábamos, cuando había Junta de Vecinos íbamos a las reuniones, pero… hablaban todos y casi no se entendía nada y ya después hubo un Comité que se hizo, la verdad es que no sé si era comité, se juntaron los vecinos aquí e hicieron este proyecto de la pavimentación…”. Por lo tanto, no hubo una única experiencia de participación. Mientras algunas personas participaban activamente de la Junta de Vecinos, otras lo hacían con mayor lejanía o preferían realizar aportes a la mejora de la Población individualmente o a través de otras organizaciones. Como señala con mucha claridad un vecino “el objetivo de la Junta de Vecinos fue siempre conseguir el mejoramiento de la población, con diferentes resultados, porque las cosas políticamente son confusas, también porque no hay afinidad entre los dirigentes, todos pensamos diferente…”. Quizás el desafío sea comprender esa diferencia de pensamientos y de formas de participación, no como un defecto de los vecinos, sino como una característica más. Si bien hay distintas visiones sobre las Juntas de Vecinos, el hecho concreto, que ha quedado marcado profundamente en todas las generaciones, es que gracias al trabajo mancomunado se obtuvieron inmensos logros, con valor material y sentimental. Por eso causa satisfacción observar las fotografías de esos años, cuando los vecinos y vecinas repletaban las sedes durante las reuniones, participaban en las actividades y celebraciones que se organizaban y creaban otras agrupaciones para mejorar la población en todos los aspectos.

Cuadro de texto: Reunión de la Junta de Vecinos. Fotografía de Regina Candia

Centros de Madres

NoCuadro de texto: “El lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender”  Nosotras íbamos todos los lunes a aprender tejido, a hacer velas, cera, todas esas cosas, peluquería, moda. Había una casa grande aquí en la punta de aquí de la iglesia, era una fiesta. Aquí era donde funcionaba la Junta de Vecinos, la sede era un galpón grande, así como el que tienen los evangélicos más o menos, una cosa así era la que tenía la Junta de Vecinos. Y ahí todos los lunes nos reuníamos cuando eran los cursos. Harta gente, sí. Y sobre todo que íbamos con los niños porque como había lugar para ellos jugaran, así que no había problema en que fueran a quedar solos en la casa… pero como le digo el día lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender. Mandaban monitoras, profesoras mandaban, del Gobierno. El Centro de Madres de nosotros se llamaba Irene Frei, por la hermana de Frei Montalva. Ese era el centro de madres en donde nos reuníamos nosotras, en la casa de la señora Carmen Donoso, aquí mismo en la población. Ahí nos reuníamos, ella era la presidenta… Vecina, Tercera EdadNo es casual que en las fotos de la Junta de Vecinos la mayoría de los presentes sean hombres. En esta época, las mujeres tenían un promedio cinco hijos y la gran parte de ellas se dedicaba a las labores del hogar, aunque las complementaran con otros oficios que les permitiera su tiempo. Culturalmente, su función estaba asociada al cuidado de sus hijos y su casa, por lo que en muchos casos, la jefatura del hogar la ejercía el hombre. Este modelo se traspasaba también a las Juntas de Vecinos, que estaban formadas en su mayoría por los hombres, lo que era promovido desde el Estado, al potenciar los llamados “Centros de Madres”. Según la Ley de Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias de 1968: “Los Centros de Madres son Organizaciones Funcionales constituidas por mujeres que tienen intereses comunes y que tienen como objetivos principales la superación personal de sus asociadas y la solución de los problemas inherentes a su estado y sexo dentro del ambiente vecinal”, es decir, las labores del hogar eran entendidas como una tarea exclusivamente femenina. Eso no significaba que en la realidad las mujeres no fueran parte de la fuerza laboral, más bien demuestra cómo se comprendían los roles de género en esa época. Para las madres de los años sesenta, los Centros fueron un importante espacio de participación, donde podían encontrar compañeras con inquietudes similares y distraerse de las tareas de la casa y los veían como un espacio de desarrollo personal.

Cuadro de texto: “El lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender”  Nosotras íbamos todos los lunes a aprender tejido, a hacer velas, cera, todas esas cosas, peluquería, moda. Había una casa grande aquí en la punta de aquí de la iglesia, era una fiesta. Aquí era donde funcionaba la Junta de Vecinos, la sede era un galpón grande, así como el que tienen los evangélicos más o menos, una cosa así era la que tenía la Junta de Vecinos. Y ahí todos los lunes nos reuníamos cuando eran los cursos. Harta gente, sí. Y sobre todo que íbamos con los niños porque como había lugar para ellos jugaran, así que no había problema en que fueran a quedar solos en la casa… pero como le digo el día lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender. Mandaban monitoras, profesoras mandaban, del Gobierno. El Centro de Madres de nosotros se llamaba Irene Frei, por la hermana de Frei Montalva. Ese era el centro de madres en donde nos reuníamos nosotras, en la casa de la señora Carmen Donoso, aquí mismo en la población. Ahí nos reuníamos, ella era la presidenta… Vecina, Tercera Edad

En Lo Valledor Norte el Centro de Madres Irene Frei fue particularmente importante, pues incluyó una guardería que pronto se transformó en Jardín Infantil, permitiendo a las madres matricular a sus hijos pequeños, con beneficios para su tiempo y la educación de sus niños. En la foto puede verse a don Carlos Candia, Presidente de la Junta de Vecinos, dando el discurso inaugural del Jardín Infantil, frente a la señora María Ruiz-Tagle, la primera dama.

Los Centros de Madres también dejaron un aporte en el largo plazo: fue en este espacio donde las mujeres comenzaron a conocerse y a tejer redes de solidaridad, que aparecerían en los momentos más crudos de la historia reciente del país. En los años ochenta las vecinas que se conocieron en estos espacios, pudieron desplegar todo el aprendizaje realizado en estos años.

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Cuadro de texto: Visita de la Primera Dama Irene Ruiz Tagle a Lo Valledor Norte Fotografía de Regina Candia

La Escuela B-2

Cuadro de texto: “Los cabros salían igual no más afuera”  La B-2 fue una Escuela que se construyó en 1960, en el tiempo de Sótero del Río, pero se construyó un colegio de madera, todo era de madera, y sin cierre, después se puso una malla, los cabros salían igual no más afuera de la malla, ahí estudio el cabro chico mío, y ahora tiene 52 años el Elías, entonces estudio ahí, era bueno ese colegio… Vecino, Tercera EdadCuadro de texto: “Los cabros salían igual no más afuera”  La B-2 fue una Escuela que se construyó en 1960, en el tiempo de Sótero del Río, pero se construyó un colegio de madera, todo era de madera, y sin cierre, después se puso una malla, los cabros salían igual no más afuera de la malla, ahí estudio el cabro chico mío, y ahora tiene 52 años el Elías, entonces estudio ahí, era bueno ese colegio… Vecino, Tercera Edad

En 1960 se construyeron las primeras inmediaciones de la Escuela B-2 para los niños de la Población. Se trató de una serie de salas de madera, sin cerco entre las salas y las casas. Debido a que las instalaciones eran bastante precarias, la escuela era llamada “la Barraca. Tenía la peculiaridad de que funcionaba en dos jornadas: durante la mañana asistían los hombres y en las tardes las mujeres, debido a que no había salas suficientes para atender a todos de manera simultánea y a que era bien considerado tener las clases divididas por género, pues se pensaba que contribuía al orden y disciplina. Una vez que egresaban de la enseñanza básica, los alumnos debían buscar otros establecimientos donde continuar sus estudios, debido a que no tenía enseñanza media.

Si bien no todos los padres matriculaban a sus hijos en esta Escuela, si fue un espacio donde los niños pudieron conocerse y empezar a sociabilizar desde pequeños, así como también un espacio de participación para los padres, que prontamente se organizaron en un Centro de Padres.

El Mercado Modelo

Cuadro de texto: “El Mercado nació muerto”  El Mercado lo construyó Manuel Fernández Díaz, el alcalde que estuvo con el presidente Frei en 1966. Ese Mercado fue construido con la ayuda de la señora María Ruiz Tagle, señora del presidente Frei, ahí se consiguieron en ese tiempo, como era la plata en escudos, se consiguieron más o menos como 120.000 millones de escudos, se construyó el Mercado pero nació muerto. Los comerciantes de la población eran 76 y todos los comerciantes querían tener su puesto allí, nació muerto porque La Vega esta a 6 cuadras, y allá llegan los camiones, llega todo. Después se puso una farmacia ahí, donde estuvo René Rosas, pero no tenía nada René, después se puso una carnicería, tampoco funcionó, nunca tuvo vida porque la feria estaba tan cerca, más las ferias libres que se ponían al otro lado de la línea…  Vecino, Tercera Edad Otro de los proyectos de los vecinos fue la instalación de un Mercado Modelo en los terrenos donde actualmente su ubica la Escuela. El objetivo de esta acción era doble: por un lado, abastecer a la Población de los alimentos que necesitaban y por otro lado, dar trabajo a los comerciantes que habitaban aquí. El abastecimiento había sido un problema durante los primeros años, debido a que dados los problemas de transporte que tenían los vecinos, era complicado transportar los abarrotes necesarios para las familias. Por otro lado, existía una gran cantidad de comerciantes dentro de la Población, por lo que el Mercado parecía ser una estupenda oportunidad laboral. Sin embargo, este mismo hecho provocó el fracaso de la iniciativa, debido a que no fue rentable y la presencia de ferias libres y de la Central de Abastecimiento de Lo Valledor, hicieron innecesaria la existencia de este Mercado.

Sin embargo, su fundación fue un hecho muy relevante para la Población, tanto así, que invitaron a su inauguración al afamado boxeador Godfrey Stevens. Pese al cierre del establecimiento, éste ilustra la voluntad por resolver problemas de todos los ámbitos de la vida, incluidos el trabajo y el abastecimiento, lo que da cuenta el carácter global de la acción de los primeros vecinos.

Cuadro de texto: El afamado boxeador Godfrey Stevens inaugura el Mercado Modelo Fotografía de Regina Candia

Cuadro de texto: “El Mercado nació muerto” El Mercado lo construyó Manuel Fernández Díaz, el alcalde que estuvo con el presidente Frei en 1966. Ese Mercado fue construido con la ayuda de la señora María Ruiz Tagle, señora del presidente Frei, ahí se consiguieron en ese tiempo, como era la plata en escudos, se consiguieron más o menos como 120.000 millones de escudos, se construyó el Mercado pero nació muerto. Los comerciantes de la población eran 76 y todos los comerciantes querían tener su puesto allí, nació muerto porque La Vega esta a 6 cuadras, y allá llegan los camiones, llega todo. Después se puso una farmacia ahí, donde estuvo René Rosas, pero no tenía nada René, después se puso una carnicería, tampoco funcionó, nunca tuvo vida porque la feria estaba tan cerca, más las ferias libres que se ponían al otro lado de la línea… Vecino, Tercera Edad

Clubes Deportivos y Culturales

El deporte fue una de las actividades que desde el comienzo le dio identidad a la Población. El mismo Estadio de la Asociación de Fútbol de Lo Valledor Norte, que se encuentra en medio del Sector C, le ha dado por mucho tiempo un sello distintivo al Barrio, marcando fuertemente el espacio urbano.

Cuadro de texto: Jóvenes Futbolistas de la Población Fotografía de Regina CandiaCuadro de texto: “Club Cardenal Caro” La primera organización  que se conoció acá fue la del Club de Fútbol, había un señor que vivía justo a la entrada de la cancha de baby que era marino y había jubilado hacía poco, entonces él era activo y siempre estaba haciendo cosas. El reunió a los niños de por acá y les explicó cómo funcionaba un partido de fútbol. Y lueguito formaron  el Club,  que justo por esos días había fallecido el Cardenal Caro por eso el Club lo llamaron  así, “Club Cardenal Caro”… Vecino, Tercera EdadDesde inicios de los sesenta, los Clubes de Fútbol generaron gran interés entre las familias de Lo Valledor Norte, pues los partidos eran acompañados de verdadera expectación de parte de las familias, que acompañaban entusiasmadas a los jugadores. En el caso del fútbol, la existencia del Cuadro de texto: “Club Cardenal Caro”  La primera organización  que se conoció acá fue la del Club de Fútbol, había un señor que vivía justo a la entrada de la cancha de baby que era marino y había jubilado hacía poco, entonces él era activo y siempre estaba haciendo cosas. El reunió a los niños de por acá y les explicó cómo funcionaba un partido de fútbol. Y lueguito formaron  el Club,  que justo por esos días había fallecido el Cardenal Caro por eso el Club lo llamaron  así, “Club Cardenal Caro”… Vecino, Tercera EdadEstadio convertía esta actividad en un quehacer comunitario. Los vecinos sacaban bancas a la calle para mirar los partidos y los niños veían desde pequeños los partidos de sus padres y vecinos , integrándose desde pequeños a las ramas infantiles y juveniles de los equipos. En la foto puede observarse no sólo a los jugadores, los viejos tercios del Club Cardenal Caro, sino también a una gran cantidad de niños entusiasmados por el juego y la fotografía.

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Cuadro de texto: “Viejos Tercios del Deportivo Cardenal Caro” Fotografía de Regina Candia

Cuadro de texto: “Íbamos a jugar a todas partes”  Nosotros teníamos un club allá de donde nosotros veníamos antes, en Mapocho, por Matucana, teníamos La Estrella Polar que era un club de basquetbol. Entonces nosotros veníamos con la idea de seguir haciendo basquetbol aquí… El hecho es que hicimos esa cancha en otro lado, acá en Benito Juárez, casi al final de Centroamérica, un poquito más allá. Ahí estuvimos un tiempo, hacíamos campeonatos, empezamos a integrar a la gente de acá, muchos muchachos que comenzaron a jugar con nosotros, salieron varios chicos bien buenos para jugar y niñas también. Inclusive en ese tiempo había más clubes de básquetbol en los barrios que ahora, porque ahora no se ven casi. Antes acá en la Villa Sur, estaba Lo Franco, en las poblaciones, en todas partes había canchas de básquetbol y había clubes. Nosotros íbamos a jugar a todas partes o traíamos clubes para acá…  Vecino, Tercera EdadTambién existieron Clubes de Básquetbol, en los que, por las características de este deporte, también fueron incluidas las mujeres. Como cuenta una vecina “yo empecé a jugar cuando tenía como doce años y después cuando se terminaron todos los clubes aquí, las mismas chiquillas que jugábamos aquí nos fuimos a jugar a La Cisterna, y ahí terminamos, con esperanza de seguir jugando”. No se reunían sólo para enfrentarse a otro partido, también se encontraban “todo el fin de semana, sábado y domingo, había entrenamiento dos veces a la semana, fuera de eso también”. Los mismos miembros del Club, realizaban actividades para reunir fondos y distraerse. Un miembro del Club Estrella Polar, cuenta que “Uno de los socios de nosotros se conseguía en la Embajada Rusa que vinieran a pasar películas de deporte acá, los sábados en la tarde venia un camión, levantaban su telón, le ponían unos pañitos a los focos de la calle y se daban películas”.

Cuadro de texto: “Íbamos a jugar a todas partes” Nosotros teníamos un club allá de donde nosotros veníamos antes, en Mapocho, por Matucana, teníamos La Estrella Polar que era un club de basquetbol. Entonces nosotros veníamos con la idea de seguir haciendo basquetbol aquí… El hecho es que hicimos esa cancha en otro lado, acá en Benito Juárez, casi al final de Centroamérica, un poquito más allá. Ahí estuvimos un tiempo, hacíamos campeonatos, empezamos a integrar a la gente de acá, muchos muchachos que comenzaron a jugar con nosotros, salieron varios chicos bien buenos para jugar y niñas también. Inclusive en ese tiempo había más clubes de básquetbol en los barrios que ahora, porque ahora no se ven casi. Antes acá en la Villa Sur, estaba Lo Franco, en las poblaciones, en todas partes había canchas de básquetbol y había clubes. Nosotros íbamos a jugar a todas partes o traíamos clubes para acá… Vecino, Tercera EdadEl deporte estaba muy vinculado a las actividades culturales. La actividad del cine en la calle, auspiciada por la Embajada de entonces Unión Soviética, es sólo un ejemplo de las múltiples actividades que realizaban los vecinos. Ninguna organización funcionaba en un ámbito estrictamente delimitado, sino que agregaban diversas actividades a su gestión, construyendo entre todas una rica vida comunitaria. Uno de los hitos más relevantes del Club Cardenal Caro fue recibir la ilustre visita de Godfrey Stevens para inaugurar el Mercado Modelo. Se realizó una recepción que tuvo una masiva asistencia de los vecinos, donde el pugilista se tomó fotografías con los orgullosos vecinos. Pese a la lejanía del centro de la ciudad y a las dificultades económicas, los vecinos de Lo Valledor Norte tenían una intensa vida cultural que no era, en ningún sentido, marginal. Más que estar en los márgenes, ellos construir su Población como el centro de sus actividades, esfuerzos y aspiraciones. Por eso no sentían timidez a la hora de invitar a personajes importantes, desde el Presidente de la República, la primera dama o el boxeador chileno más importante del momento.

Cuadro de texto: Godfrey Stevens con la insignia del Club Cardel Caro en la solapa Fotografía de Regina Candia

Celebraciones y Diversiones

Cuadro de texto: Festejos en la Población Fotografía de Emilia GarcíaEra la alegría de tener algo. Lo que se vivía por ese entonces en Lo Valledor Norte, era la alegría de vivir en “lo propio”, que había sido obtenido a través de los esfuerzos personales y comunitarios. Por eso, las alegrías también tenían que ser compartidas. Quienes vivieron en la Población durante esa época, recuerdan con mucha claridad que los momentos de tiempo libre se vivían hacia afuera, en los espacios públicos: la calle, las canchas, las sedes.

Un factor fundamental para ello, era la confianza que había entre los vecinos, que sentían seguridad de dejar a los niños jugar en la calle, sin temor a que les pasara nada malo. Los juegos de los niños estaban facilitados por el hecho de que como el entorno de la Población conversaba un paisaje campestre, como cuenta una vecina que llegó a los 8 años a la población “pasaban acequias y cuando llegamos a la orilla de la línea del tren, había algo así como un canal, una acequia grande, íbamos a jugar ahí, había mucha zarzamora a la orilla de la línea y habían culebras, yo nunca me olvido, y jugábamos nosotros, me acuerdo que mi hermano y los otros chiquillos cazaban las culebras y se ponían a jugar con ellas y de repente se metían a las casas…” Otro vecino, que ya era adulto al llegar aquí, cuenta con gran alegría que “para mí venirme acá fue una experiencia buena, bonita, sobre todo que yo vi crecer a mis hijos. Ellos jugaban con tierra, cantaban, qué no hacían”.

Cuadro de texto: Niños posando para la foto Fotografía de Regina Candia

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Cuadro de texto: Niños en la Población Fotografía de Emilia García

Cuadro de texto: “Un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje”  Yo me acuerdo que para una Pascua, me parece que fue la primera pascua que pasamos o la segunda, escuchamos y había un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje, cuando estaba con piedra y todo. Ahí nos entusiasmamos y salimos todos de mi casa a mirar y nos traían regalos, yo jamás en mi vida había usado zapatos de taco alto y me trajeron unos zapatos, unas sandalias preciosas, yo nunca me los puse, nunca he usado taco alto, pero hicieron regalos y vinieron a cantar esa vez me acuerdo. Vecina, Tercera EdadPor su parte los jóvenes tenían el “Club Onda Joven”, cuya principal función era realizar actividades de recreación para ellos mismos. Se juntaban los días sábado en la noche en la casa de alguno de ellos a escuchar discos. Si en la casa no había uno de estos aparatos, no había problema en conseguir alguno prestado, para poder bailar. En estas celebraciones, era común que los jóvenes asistieran acompañados de sus hermanos, ya fuera porque los padres eran estrictos, o porque tenían la misma edad e intereses. Otra de las actividades más recordadas era la organización de un paseo a la Playa, que era esperado durante todo el año.

Cuadro de texto: Jóvenes en la elección de Reina Fotografía de Regina CandiaA nivel comunitario, se celebraban las principales festividades del calendario, como relata una vecina en la Junta de Vecinos, en la sede de madera, ahí celebrábamos, celebrábamos los Aniversarios, todo, hacíamos fiestas, actos, traíamos artistas, vinieron varias veces, la danza de ballet, se formó un equipo de música popular que se llamaban

“Los Copihues Rojos”, que cantaban en los eventos, nosotros estábamos bien organizados”. A nivel interno de la Población, también se celebraba, durante la Semana Santa, “La Quema de Judas”, una festividad que no se continuó haciendo, pero que generaba gran interés entre los vecinos. Básicamente, consistía en que se fabricaba un muñeco y se le ponían monedas entre los ropajes, haciendo alusión a las monedas que Judas recibió por delatar a Jesús. Luego el muñeco era apaleado y quemando, y en ese momento, saltaban las monedas hirviendo, causando jolgorio entre los niños que peleaban por alcanzar alguna de las monedas.

La elección de la reina era otra actividad que causaba expectación. Las candidatas tenían equipos encargados de “vender votos” para alcanzar el triunfo y para lograrlo, se realizaban una serie de actividades para recaudar fondos: “Yo me acuerdo que fui apoderada y mi candidata salió como cuarta y se hizo la fiesta allá al frente donde la señora Margarita. Se hacían completadas, se hacían bailes, las que podíamos hacíamos actividades…” Al evento final, las candidatas asistían vestidas para la ocasión y la ganadora ofrecía una fiesta después, en su casa o en alguna sede.

Cuadro de texto: Candidatas a Reina Fotografía de Regina Candia

Cuadro de texto: “Un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje”  Yo me acuerdo que para una Pascua, me parece que fue la primera pascua que pasamos o la segunda, escuchamos y había un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje, cuando estaba con piedra y todo. Ahí nos entusiasmamos y salimos todos de mi casa a mirar y nos traían regalos, yo jamás en mi vida había usado zapatos de taco alto y me trajeron unos zapatos, unas sandalias preciosas, yo nunca me los puse, nunca he usado taco alto, pero hicieron regalos y vinieron a cantar esa vez me acuerdo. Vecina, Tercera EdadPero también llegaba actividad cultural desde fuera de la Población. Además de la visita de Godfrey Stevens, asistieron artistas como Ginette Acevedo y Luciano Galleguillos. Uno de los eventos más recordados por los vecinos, fue la visita del Ballet de la Universidad de Chile que llevó un espectáculo cultural de primer nivel a los pobladores. Como cuenta una vecina que estuvo presente ese día “Una de las cosas que considero que hemos visto hasta ballet aquí en la población, no recuerdo bien en qué año fue exactamente, pero vinieron de la Municipalidad, que esos años pertenecíamos a la municipalidad de Santiago. Éramos la última cuadra de Santiago, así que de ahí siempre estaban mandando diferentes cosas”. Pese a lo que podían haber pensado las autoridades de la época, que veían a los pobladores como un grupo marginado de la cultura, en la Población había una estupenda acogida a este tipo de actividades. Hasta el día de hoy se recuerda con admiración la visita de este Ballet, lo que habla de lo muy bien valorado que quedó en la memoria de los vecinos.

Cuadro de texto: Niños y mujeres Fotografía de Juan Reyes

Una época dorada

¿Cuándo terminó todo esto? Cuando se hizo esta pregunta a los vecinos, la respuesta fue unánime: en 1973. O inclusive sin preguntárselo, los relatos nombran espontáneamente “el ‘73” como el momento que marcó un antes y un después en la vida de la Población. El Golpe de Estado, la violencia política, la persecución y el miedo que se instaló entre los vecinos y en el país en general son el colofón de la que quizás, ha sido la etapa más próspera en la historia de la población. Si bien hay consenso en torno a la fecha, los relatos sobre lo que vino después, el Golpe y la Dictadura, son muy variados, pues la memoria ha sido construida de diferente forma, según las experiencias de cada vecino y sus seres cercanos.

Los elementos que cambiaron y los que permanecieron, los olvidos y los aprendizajes de esta época, son las preguntas que quedan pendientes. ¿Cómo fueron capaces de organizarse sin conocerse? ¿Se puede superar la desconfianza? ¿Qué rol jugaban las organizaciones deportivas y culturales en la Población? ¿Cómo se relacionaban con la Junta de Vecinos? ¿Cómo se relacionaban los vecinos con el Estado? ¿Cómo se utilizaban los espacios públicos? ¿Cuáles eran los valores colectivos y en qué momentos se transmitían?

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[1] Alejandro Portes. Portes. Estudio de áreas marginadas de Santiago de Chile, 1968-1969. Cuatro Poblaciones. Informe Preliminar sobre situación y aspiraciones de grupos marginados en el Gran Santiago. Universidad de Wisconsin, Programa de Sociología del Desarrollo. Santiago, 1969, p.13

as lluvias de junio de 1958 dejaron de manifiesto que el problema de la vivienda no podía esperar. Así pensaban tanto las familias damnificadas que se encontraban albergadas en las inmediaciones del Matadero de Lo Valledor, como gran parte de la opinión pública, incluidos diputados que plantearon la urgencia en el Parlamento. La creación de políticas integrales de vivienda debía complementarse con un plan de carácter urgente, que se materializó en la construcción de tres grandes proyectos habitacionales: las poblaciones San Gregorio (1958), Lo Valledor (1958) y José María Caro (1959), ubicadas en el extremo sur de la comuna de Santiago, en lo que actualmente corresponde a La Granja, Pedro Aguirre Cerda y Lo Espejo.

Cuadro de texto: Comité Sin Casa  Un día me encontré con un amigo en una esquina y le dije que mi idea no era criar a mis hijos en el campamento, que siempre aspiraba a tener un hogar, que viviéramos mejor y él me dijo ‘hagamos un comité de los sin casa’. Cuando creamos ese comité hicimos un desfile, una presentación en el Teatro Balmaceda, una elección de reina, allá en el campamento. Nos pusimos de acuerdo para poner a la gente en la población, eran 147 familias y las casas estaban a un lado del pozo arenero, entonces quedamos en fijar una reunión a toda la gente y llegaron todos cuando les dijimos que íbamos a trabajar por una casa, pero en el camino se fueron quedando atrás, como en todos los sectores donde hay poblaciones marginales…”  Vecino, Tercera Edad

Cuadro de texto: Comité Sin Casa “Un día me encontré con un amigo en una esquina y le dije que mi idea no era criar a mis hijos en el campamento, que siempre aspiraba a tener un hogar, que viviéramos mejor y él me dijo ‘hagamos un comité de los sin casa’. Cuando creamos ese comité hicimos un desfile, una presentación en el Teatro Balmaceda, una elección de reina, allá en el campamento. Nos pusimos de acuerdo para poner a la gente en la población, eran 147 familias y las casas estaban a un lado del pozo arenero, entonces quedamos en fijar una reunión a toda la gente y llegaron todos cuando les dijimos que íbamos a trabajar por una casa, pero en el camino se fueron quedando atrás, como en todos los sectores donde hay poblaciones marginales…” Vecino, Tercera Edad

Los lugares escogidos se encontraban en las afueras de Santiago, en terrenos tradicionalmente dedicados a la producción agrícola para abastecer a la ciudad, pero que prácticamente ya formaban parte del radio urbano. El Fundo Lo Valledor, ubicado entre la línea del tren y la Avenida General Velásquez, fueron adquiridos por la CORVI para repartir sitios entre las miles de familias que esperaban un lugar donde vivir.

Mientras las autoridades gubernamentales decidían cómo comenzar con esta primera etapa de construcción habitacional, los primeros habitantes de lo que pronto sería Lo Valledor Norte esperaban ansiosos la adjudicación de los terrenos donde irían a vivir. Seguramente, todos poseían una Libreta CORVI donde habían ido depositando cuotas con mucho esfuerzo. El principal requisito era tener una familia, pues se daba prioridad a los grupos familiares antes que a las necesidades individuales de vivienda.

Cuadro de texto: Comité Sin Casa “Lota” Fotografía de Antonio Ravest

El largo camino a Lo Valledor

Cuadro de texto: “Toda la noche con fogatas”  Nosotros nos veníamos a las 2 de la mañana a pie de El Salto, porque no había locomoción y estábamos toda la noche con fogatas con otra gente para poder tomar número. Ahí mismo en la calle y después de los primeros días no tocó, como al tercer día que nos vinimos con mi comadre muertas de frío, en Junio o Julio tocamos… A mí me rechazaron porque yo era muy joven tenía como 16 o 17 años, pero yo estaba casada ya…  Vecina, Tercera EdadCuadro de texto: Los papeleos Y de ahí yo me encargué de hacer todos los papeles, fui a Serrano con Arturo Prat. Allá hice todos los papeleos y nos salió sitio para acá… La documentación que ellos nos pedían era el certificado de antecedentes, de la esposa, de los hijos mayores, del dueño de casa, el esposo, entonces fue gente muy seleccionada la que llegó… Empezamos a trabajar con la asistente social, que nos ayudó mucho. Un día a las 10 de la mañana, año 1958, fuimos a hablar con ella y me dice ‘a las 1:30 quiero a toda tu gente aquí para que vengan a firmar, porque están listos los sitios para que se vayan’. Llegamos a firmar allá y teníamos que llevar la plata para pagar el primer dividendo de arriendo del sitio, nos dijeron que lo pagáramos altiro, era la alegría de tener algo…” Vecino, Tercera EdadCuadro de texto: “Toda la noche con fogatas” Nosotros nos veníamos a las 2 de la mañana a pie de El Salto, porque no había locomoción y estábamos toda la noche con fogatas con otra gente para poder tomar número. Ahí mismo en la calle y después de los primeros días no tocó, como al tercer día que nos vinimos con mi comadre muertas de frío, en Junio o Julio tocamos… A mí me rechazaron porque yo era muy joven tenía como 16 o 17 años, pero yo estaba casada ya…  Vecina, Tercera EdadPero ahorrar no era tan sencillo. El hecho de tener una Libreta CORVI era sólo un símbolo del gran esfuerzo que realizaban las familias para obtener una vivienda, necesidad que en algunos casos, era muy urgente. Muchos de ellos vivían en casas de familiares, acomodados con buena voluntad y paciencia, a la espera de una vivienda definitiva. Otros lo hacían en conventillos o cités del centro de Santiago, soportando incomodidades y privaciones con tal de juntar las preciadas cuotas necesarias para postular a la vivienda. Cuando se cumplía con el ahorro mínimo, había que comenzar la postulación en la CORVI, ubicada en la calle Arturo Prat, en Santiago Centro. El hecho de que la mayoría de las familias vivía en las afueras de la ciudad, sumado a la falta de locomoción y a la gran cantidad de familias que realizaba el trámite, hacía que muchos prefirieran pasar allí la noche, con improvisadas fogatas y colaciones que les permitieran resistir mejor el frío y la lentitud de la noche. Fue en estas largas esperas, a la luz de una fogata o en una larga fila que provocaba que la gente comenzara a conversar, que los futuros vecinos comenzaron a conocerse o al menos, a ubicarse de vista.

Cuadro de texto: Los papeleos  Y de ahí yo me encargué de hacer todos los papeles, fui a Serrano con Arturo Prat. Allá hice todos los papeleos y nos salió sitio para acá… La documentación que ellos nos pedían era el certificado de antecedentes, de la esposa, de los hijos mayores, del dueño de casa, el esposo, entonces fue gente muy seleccionada la que llegó… Empezamos a trabajar con la asistente social, que nos ayudó mucho. Un día a las 10 de la mañana, año 1958, fuimos a hablar con ella y me dice ‘a las 1:30 quiero a toda tu gente aquí para que vengan a firmar, porque están listos los sitios para que se vayan’. Llegamos a firmar allá y teníamos que llevar la plata para pagar el primer dividendo de arriendo del sitio, nos dijeron que lo pagáramos altiro, era la alegría de tener algo…”  Vecino, Tercera Edad

En Septiembre de 1958 las familias seleccionadas recibieron el llamado de las autoridades para concurrir al Fundo Lo Valledor dentro de un plazo de diez días, a tomar posesión del terreno que les había sido asignado. Si bien algunos habían tenido ocasión de conocerse en aquellas largas esperas y otros venían organizados previamente, a través de Comités Sin Casa, la gran mayoría de los ahora vecinos jamás se había visto. Llegar a Lo Valledor fue conocer, al mismo tiempo, el lugar donde vivirían de aquí en adelante y a las personas que los acompañarían en este habitar.

¿Sólo diez días para llegar? Si la espera había sido lenta y se les había exigido paciencia, el aviso de que debían ocupar sus sitios les exigía rapidez y pragmatismo, pues un atraso en ese plazo podía significar que el sitio fuera reasignado a otra de las familias que engrosaban las listas de espera de la CORVI. En ese breve lapso había que conseguir ayuda para transportar las pertenencias familiares en camión, vehículo, carretón o a mano, además de materiales que sirvieran para construir las carpas y ranchos en que tendrían que vivir los primeros meses. La construcción de las casas vendría después, la urgencia era llegar.

Cuadro de texto: Niños jugando en los sitios Fotografía de Edgar Sepúlveda

Cuadro de texto: “Me dieron ganas de llorar”  Aquí había puras cañas secas y la calle era donde plantaban cebollas, tenían una canalitas porque eran chacras. Cuando llegué aquí, lo primero que veo es el choclo hasta arriba, las cañas de maíz, el canal… yo venía con la guagua chica, no tenía nada, tenía tres partes de la rancha, porque las piezas se las dejé a mi mamá que se quedo en el campamento. Me quedé aquí y tuve que tapar el canal solita… No le voy a negar que cuando llegué con la guagua en brazos y vi donde estaba mi terreno, me dieron ganas de llorar de verlo. Yo sola, yo con la guagua, sin tener nada y veía el sitio con alambre de animales, tenia este reja así de alambre. Yo no quería venirme, me dio miedo llevar a la niña allá, pero me dijeron que tenía 10 días para venir, o si no, se lo entregaban a otra persona. Así que me tenía que venir… Vecina, Tercera EdadLa llegada

Cuadro de texto: “Me dieron ganas de llorar” Aquí había puras cañas secas y la calle era donde plantaban cebollas, tenían una canalitas porque eran chacras. Cuando llegué aquí, lo primero que veo es el choclo hasta arriba, las cañas de maíz, el canal… yo venía con la guagua chica, no tenía nada, tenía tres partes de la rancha, porque las piezas se las dejé a mi mamá que se quedo en el campamento. Me quedé aquí y tuve que tapar el canal solita… No le voy a negar que cuando llegué con la guagua en brazos y vi donde estaba mi terreno, me dieron ganas de llorar de verlo. Yo sola, yo con la guagua, sin tener nada y veía el sitio con alambre de animales, tenia este reja así de alambre. Yo no quería venirme, me dio miedo llevar a la niña allá, pero me dijeron que tenía 10 días para venir, o si no, se lo entregaban a otra persona. Así que me tenía que venir… Vecina, Tercera Edad

Yuyos. Yuyos y sol. Una a una, las familias ansiosas de encontrar su sitio, se enfrentaron porpor primera vez al extenso paisaje del ex Fundo Lo Valledor. Más allá de la línea del tren, que simbolizaba los confines de la ciudad, se encontraban estos terrenos donde antes se sembraban cebollas, habas o arvejas, pero ningún árbol. No había árboles que dieran sombra, sólo tierra, piedras, canales de regadío y zarzamoras. Los primeros días, los sitios separados por una malla metálica y señalados con un discreto número, eran indistinguibles los unos de los otros, lo que sumado al sol, la tierra y las zarzamoras que llenaban el paisaje, exigía gran sacrificio y fuerza de parte de los pobladores. Muchos optaron por trabajar de noche en la mejora de sus sitios, para no tener que soportar el quemante sol en sus cabezas. Porque además del calor, la falta de agua y de sombra, debían enfrentar una ausencia aún más notoria: la casa. Y es que… ¿valía la pena tanto esfuerzo realizado para llegar, finalmente, a ocupar un sitio pelado? ¿Estaban mejor aquí que en sus antiguas viviendas? Muchas veces estas ideas debieron cruzar la mente de las familias, pero la realidad les exigía poner manos a la obra y comenzar, poco a poco, a mejorar las condiciones de su existencia.

Si

Si el Estado había sido capaz de organizar esta Operación Sitio, pero no de entregarles un equipamiento mínimo, había que ir más allá de la institucionalidad y asumir mayores grados de responsabilidad. Había que construir la población. La primera tarea fue instalarse en los distintos sitios que Cuadro de texto: “Toda la noche la gente estaba trabajando”  La población era inmensa, toda la noche la gente estaba trabajando, clavando, martillando. No teníamos luz, porque la luz la más cerca era la de la Avenida La Feria y en La Cisterna… En la noche acarreábamos agua, hacíamos turnos porque era tanta la gente que había que se formaba cola, entonces yo, por ejemplo, una semana me tocaba acarrear agua de las 8 hasta las 10, después yo dormía un rato y me levantaba a las 12 de la noche y tomaba el otro turno para poder llenar tambores para lavar los pañales a la guagua.          Vecina, Tercera Edadestaban señalados con un número y marcados con rejas, dentro de los cuales cada familia construía su vivienda provisoria. Instalados en carpas, en pequeñas mejoras de madera o improvisados ranchos, las familias se fueron instalando y conociendo. Además del sol y el cansancio generalizado, el sólo hecho de identificar el sitio propio era una dificultad, pues como cuenta un vecino “cuando teníamos que salir a comprar a la feria teníamos que dejar marcado el pasaje con una piedra o si no, nos perdíamos”. A la precariedad de las viviendas y los espacios urbanos, se sumaba la lejanía de la ciudad y los lugares de trabajo.

La distancia

La Población estaba ubicada en los márgenes de la comuna de Santiago, donde no existía un equipamiento mínimo que permitiera decir que estaban “dentro” de la ciudad. La línea del tren marcaba una frontera social que pervive hasta el día de hoy, como si del lado de acá, al otro lado del mundo el progreso anduviera a pasos más lentos. Los problemas de transporte existían inclusive al interior de la Población, como recuerda un vecino no habían caminos, claro, no habían caminos entonces vivir acá a usted le costó, por decir el pasto, los hoyos, qué se yo, un montón de problemas…”. El problema era aún más grave si se considera que gran parte de los jefes de familia de la Población trabajaba en industrias que estaban dentro del margen urbano, como las Cristalerías Chile, en Vicuña Mackenna, Manufacturas Sumar, en Carlos Valdovinos o Textiles Yarur, en Pedro Montt; por lo que debían hacer largos trayectos para llegar a sus lugares de trabajo. Los niños, también sufrían las complicaciones, pues antes que existiera la Escuela B-2, debían trasladarse a otrosc, ubicados en torno a Gran Avenida o en el centro de la ciudad. Esta lejanía no sólo era física, también era social, pues quizás no eran muchos los kilómetros que los separaban del resto de la ciudad, pero aún así existía la sensación de estar viviendo en sus afueras.

Cuadro de texto: “Habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese”  Mis niños iban a la escuela José Miguel Carrera en la Gran Avenida, paradero 14 y la única micro que pasaba por acá era la “Matadero Palma”, la 75, en la que se podía viajar para acá. Pero para poder llevar a los niños al colegio tomábamos la Dávila Negrete, una liebre que pasaba por el otro lado de la línea, porque el paradero estaba allá en la Villa Sur, frente al Panoteca, ahí estaba el paradero. Y esa micro después la tomábamos allá en la Gran Avenida y nos dejaba acá al frente de la línea. La mayoría de las veces, por el horario que había, que venían las micros totalmente completas, nos veníamos a pie desde el paradero catorce hasta acá con los niños, de la Gran Avenida hasta acá. Su hora caminando diría yo, pero nos entreteníamos porque habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese. Era simpático, era bonito, estaba toda la población Dávila, estaban Las Lilas también en ese tiempo y estaba la Villa Sur… Vecino, Tercera EdadSinCuadro de texto: “Habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese” Mis niños iban a la escuela José Miguel Carrera en la Gran Avenida, paradero 14 y la única micro que pasaba por acá era la “Matadero Palma”, la 75, en la que se podía viajar para acá. Pero para poder llevar a los niños al colegio tomábamos la Dávila Negrete, una liebre que pasaba por el otro lado de la línea, porque el paradero estaba allá en la Villa Sur, frente al Panoteca, ahí estaba el paradero. Y esa micro después la tomábamos allá en la Gran Avenida y nos dejaba acá al frente de la línea. La mayoría de las veces, por el horario que había, que venían las micros totalmente completas, nos veníamos a pie desde el paradero catorce hasta acá con los niños, de la Gran Avenida hasta acá. Su hora caminando diría yo, pero nos entreteníamos porque habíamos varias personas que hacíamos el trayecto ese. Era simpático, era bonito, estaba toda la población Dávila, estaban Las Lilas también en ese tiempo y estaba la Villa Sur… Vecino, Tercera EdadSin embargo, había un elemento que facilitaba estas primeras tareas: la confianza. Pese a que los vecinos apenas se conocían, hoy en día todos señalan que existía mucha confianza y honradez entre los vecinos, que se fueron conociendo mientras trabajaban juntos. Pero… ¿por dónde empezar a mejorar la población?

Cuadro de texto: La “Ovalle Negrete” En www.chilebuses.clServicios Básicos

Entre las mayores urgencias, estaba la necesidad de traer luz y agua a la población, pues los sitios no estaban urbanizados. A la Población Lo Valledor Norte, habían llegado familias pertenecientes a 16 Comités Sin Casa, sumados a las personas que habían llegado de manera individual, a quienes la CORVI les había asignado un terreno en la población, pero que no conocían otras familias. Eso generó algunas dificultades, pues como señala un dirigente “Había 16 timbres, 16 presidentes, 16 directivas, entonces qué pasaba, pasaba que ellos querían mantener su organización para seguir luchando, luchando por cual era la lucha primero: el primer punto era el agua…”. Es decir, que si bien había conflictos de organización, los vecinos pudieron sobreponerse a ellos en la medida en que pusieron en primer lugar las necesidades de la Población, más que los intereses personales, de las distintas organizaciones o lo que la timidez o la costumbre podían imponer.

Cuadro de texto: “¡Avísame cuando llegue la luz!”  - La primera energía que tuvimos la robamos de la población del lado, por ahí por el ferroviario, que se llama la Villa Sur. Nos juntamos con el vecino Isaías Alvarado, que es electricista y empezamos a recolectar plata aquí para comprar cable. En víspera de Pascua, nos pasamos por debajo de la línea del tren con el cable, compramos un cable firme, porque había que pasar por debajo de la línea del tren con el cable y llegamos ahí a las primeras casas y empezamos a instalar e inmediatamente luz, por esa calle que se llama Augusto Cesar Sandino, hasta el final llegamos con la luz. Terminamos al otro día de la Pascua como a las 7 de la mañana. ¿Cuánto tiempo nos duró la luz?, un par de semanas parece.   -Si era un puro cable. Mi marido le decía a mi hermana, se subía a una silla y le dice “avísame cuando llegue la luz” y él estaba con la corriente en las manos. La corriente no avisa, llega. La gente del otro lado protestó porque les bajó el voltaje también a ellos, porque no solamente fuimos nosotros por acá, si no que por Lo Valledor Sur también sacaron, toda la gente empezó a hacer lo mismo, a colgarse…  Vecino y Vecina, Tercera EdadCuadro de texto: Niños durante los primeros meses  Fotografía de Edgar Sepúlveda La realidad social que se vivía es muy bien relatada por una vecina: “Nosotros no teníamos energía eléctrica, no teníamos nada, ni agua. Íbamos al grifo ahí en la esquina y ahí íbamos a buscar agua, ahí en la esquina al ladito de la casa, para cocinar, para lavar, para todo. Ahí nos fuimos conociendo. Cuando hacíamos fila, porque había que hacer fila para juntar el agua, porque cuando había mucha gente, había que esperar su turno…”. El agua era una necesidad vital y en esta tarea no sólo participaban las mujeres, encargadas de los quehaceres de la casa, sino que toda la familia debía participar en los turnos, durante el día y la noche, para poder abastecerse. Muchas veces, la situación se volvía conflictiva. Como señala un vecino Había peleas también. Como no había nada de agua, los hombres se iban a bañar a los grifos en la noche, totalmente desnudos allá por las 2, 3 de la mañana encontrabas un lote de viejos bañándose en los grifos…”.

EnCuadro de texto: “¡Avísame cuando llegue la luz!” La primera energía que tuvimos la robamos de la población del lado, por ahí por el ferroviario, que se llama la Villa Sur. Nos juntamos con el vecino Isaías Alvarado, que es electricista y empezamos a recolectar plata aquí para comprar cable. En víspera de pascua, nos pasamos por debajo de la línea del tren con el cable, compramos un cable firme, porque había que pasar por debajo de la línea del tren con el cable y llegamos ahí a las primeras casas y empezamos a instalar e inmediatamente luz, por esa calle que se llama Augusto Cesar Sandino, hasta el final llegamos con la luz. Terminamos al otro día de la Pascua como a las 7 de la mañana. ¿Cuánto tiempo nos duró la luz?, un par de semanas parece. Si era un puro cable. Mi marido le decía a mi hermana, se subía a una silla y le dice “avísame cuando llegue la luz” y él estaba con la corriente en las manos. La corriente no avisa, llega. La gente del otro lado protestó porque les bajó el voltaje también a ellos, porque no solamente fuimos nosotros por acá, si no que por Lo Valledor Sur también sacaron, toda la gente empezó a hacer lo mismo, a colgarse… Vecina, Tercera EdadEn un inicio, se habilitaron dos grifos de agua, uno en Avenida Central y otro en la esquina de Cooperación con Centroamérica. Para llegar a esto, fue necesario que un grupo de vecinos voluntariamente revisaran las cañerías que llevaban el agua a través de Avenida Lo Ovalle, desde Gran Avenida a pie y con llave en mano, revisando que todo estuviera en buen estado para que el agua llegara a Lo Valledor.

Traer la luz fue un desafío mayor, pues era necesario alguien con el conocimiento técnico suficiente para evitar desgracias por la mala manipulación del alumbrado público. La opción más rápida fue conectarse al alumbrado público de la Villa Sur, la población más cercana con electricidad, para tener una solución transitoria. Con la ayuda de un vecino electricista, se pasaron cables con electricidad por debajo de la línea del tren y se fue conectando familia a familia. El voltaje era muy bajo, así que apenas alcanzaba para conectar ampolletas que alumbraban tímidamente y encender algunas radios, que dieron información y entretención a las familias.

La solución definitiva vino después, cuando la Junta de Vecinos realizó gestiones con el Ministerio de Obras Públicas para que se otorgara luminaria pública, alcantarillado y servicios sanitarios a la población. Pero como puede observarse, los vecinos no esperaron pasivamente a que las autoridades le dieran solución a sus problemas. Muy por el contrario, buscaron soluciones alternativas, ingeniosas y colaborativas para enfrentar sus problemas. Para ello, utilizaron lo que tenían a mano: su trabajo, su capacidad para organizarse, su voluntad de vivir mejor. Por otro lado, los dirigentes de la Junta de Vecinos tenían un trato bastante cercano con algunos políticos, ya fueran miembros del Gobierno o Diputados, por lo que no tenían problemas en gestionar soluciones hablándole “de tú a tú” a las autoridades, de modo que no se trataba de pedir soluciones, sino de llegar a acuerdos para solucionar en conjunto los problemas. Para el pavimento, por ejemplo, los vecinos también hicieron un aporte monetario.

Cuadro de texto: Una visita del Ministro “Llegamos con el Ministro Sótero del Río a la casa de Carlos Candia, presidente de la Junta de Vecinos, era tiempo de invierno, parece que era Agosto de 1960. Entonces conversamos con Carlos, que había mandado a preparar unas prietas a la Gabriela Moreno, prietas con leche y nueces que quedan muy ricas, además de un vino tinto. Así que le sirvió un plato de prietas con papas cocidas al Ministro y lo que pasó es que Carlos había sido de la Marina, había navegado en el “Almirante Latorre”, así que hablaban en inglés los dos, perfecto inglés. Después de comer, el Ministro dijo  "Ya, vamos a poner el agua y las casetas sanitarias" y se empezó a construir las casetas sanitarias, se hicieron las veredas y se puso la red eléctrica… Vecino, Tercera EdadEl agua y la luz son sólo dos ejemplos de cómo los vecinos se organizaron para dar solución a sus necesidades. De esa manera se fueron conociendo y adquiriendo confianza y amistad, que luego se expresaría en una serie de organizaciones y en un modo de vivir característico de la población, que como recuerdan quienes vivieron en esta época, estaba marcado por la buena vecindad, la cooperación y la solidaridad.

Organizaciones Comunitarias

Llegar a vivir e instalarse en Lo Valledor Norte fue un verdadero aprendizaje social. Entre 1958 y 1960 se habían solucionado una serie de problemas de primera necesidad, pero quedaban otras múltiples necesidades sociales y culturales que cubrir. Hablar hoy en día de organizaciones vecinales como Juntas de Vecinos genera mucha nostalgia entre los vecinos, pues todas las generaciones comparten el análisis de que hoy en día, las Juntas de Vecinos se encuentran vaciadas de participación… no como antes. ¿Qué cambió en estos cuarenta años? Un primer argumento, es que los vecinos “no nos conocemos”, sin embargo, cuando las primeras familias llegaron a la Población durante los primeros años, tampoco se conocían. Sin embargo, también había un contexto social y político diferente, como también era diferente la voluntad que había de participar en estas instancias.

Cuadro de texto: El Pdte. Eduardo Frei Montalva en la Junta de Vecinos Fotografía de Regina CandiaEl gobierno de la DC, que llegó al poder en 1965 con Eduardo Frei Montalva, dio un gran impulso a este tipo de organizaciones. Con la creación de la Consejería Nacional de Promoción Popular en 1967 y la Ley de Juntas de vecinos y Organizaciones Comunitarias en 1968, se institucionalizó la relación que existía entre Juntas de Vecinos, Clubes Deportivos, Centros de Madres y Centros de Padres con el Estado. No era extraño ver a Ministros, Diputados o Alcaldes visitando la Población y tratando con cercanía a los dirigentes sociales y los vecinos, quienes también acudían a ellos cuando lo consideraban necesario.

Sin duda, la participación de la gente en la Junta de Vecinos era más masiva que en la actualidad, como recuerda un ex Presidente de esta entidad: “Antes del ’73, el sector A, que es de la calle Haití eran 400 familias y votaban todos acá en el Consultorio, los de José Matías Delgado votábamos todos en la Escuela Piloto y los de la isla [sector C], votaban en la sede social de tablas, atrás del colegio. En total votaban 800 personas, yo sacaba 200 ó 300 votos, ahora toda la directiva no alcanzamos a sacar 200 votos y antes del 73 votaban 800 personas… yo me hago la pregunta ¿por qué?, y no encuentro respuesta…” Es por esto que en la memoria colectiva de la Población, entre 1958 y 1973 se vivió una época de auge de las organizaciones sociales, aunque es posible encontrar personas que no se sintieron parte de ese fenómeno, del mismo modo que estudios realizados en la época señalaban que Lo Valledor Norte no contaba con mucha participación comunitaria.

Entre 1968 y 1969 un equipo de sociólogos, encabezados por Alejandro Portes, visitó la Población para realizar un estudio sobre el nivel de marginación social que existía. Respecto a la participación en organizaciones vecinales, señala lo siguiente: “En Lo Valledor Norte, la cohesión interna y la participación en organizaciones vecinales tienden a ser bajas. Esto parece deberse, por una parte a la falta de conocimiento mutuo inicial y de trabajo común para el logro de metas habitacionales básicas por parte de los pobladores y por otra, al hecho de encontrarse resueltos los problemas esenciales de vivienda y urbanización. En la actualidad, la meta principal de la Junta de Vecinos y los pobladores radica en lograr los títulos de propiedad definitivos de sus viviendas y… saben cuánto exactamente han de pagar por ellos”[1] Este juicio, quizás se debió al hecho de que se comparaba el caso de Lo Valledor Norte con otras poblaciones que había nacido a través de “tomas de terreno”, como La Victoria o Lo Valledor Sur, lo que pudo haber hecho que los investigadores no apreciaran los aportes de las organizaciones en esta población en su real magnitud. No obstante, también es posible encontrar testimonios de personas que reconocen que no se comprometían mucho en las organizaciones, aunque sí en la vida comunitaria: “Participábamos, cuando había Junta de Vecinos íbamos a las reuniones, pero… hablaban todos y casi no se entendía nada y ya después hubo un Comité que se hizo, la verdad es que no sé si era comité, se juntaron los vecinos aquí e hicieron este proyecto de la pavimentación…”. Por lo tanto, no hubo una única experiencia de participación. Mientras algunas personas participaban activamente de la Junta de Vecinos, otras lo hacían con mayor lejanía o preferían realizar aportes a la mejora de la Población individualmente o a través de otras organizaciones. Como señala con mucha claridad un vecino “el objetivo de la Junta de Vecinos fue siempre conseguir el mejoramiento de la población, con diferentes resultados, porque las cosas políticamente son confusas, también porque no hay afinidad entre los dirigentes, todos pensamos diferente…”. Quizás el desafío sea comprender esa diferencia de pensamientos y de formas de participación, no como un defecto de los vecinos, sino como una característica más. Si bien hay distintas visiones sobre las Juntas de Vecinos, el hecho concreto, que ha quedado marcado profundamente en todas las generaciones, es que gracias al trabajo mancomunado se obtuvieron inmensos logros, con valor material y sentimental. Por eso causa satisfacción observar las fotografías de esos años, cuando los vecinos y vecinas repletaban las sedes durante las reuniones, participaban en las actividades y celebraciones que se organizaban y creaban otras agrupaciones para mejorar la población en todos los aspectos.

Cuadro de texto: Reunión de la Junta de Vecinos. Fotografía de Regina Candia

Centros de Madres

NoCuadro de texto: “El lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender”  Nosotras íbamos todos los lunes a aprender tejido, a hacer velas, cera, todas esas cosas, peluquería, moda. Había una casa grande aquí en la punta de aquí de la iglesia, era una fiesta. Aquí era donde funcionaba la Junta de Vecinos, la sede era un galpón grande, así como el que tienen los evangélicos más o menos, una cosa así era la que tenía la Junta de Vecinos. Y ahí todos los lunes nos reuníamos cuando eran los cursos. Harta gente, sí. Y sobre todo que íbamos con los niños porque como había lugar para ellos jugaran, así que no había problema en que fueran a quedar solos en la casa… pero como le digo el día lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender. Mandaban monitoras, profesoras mandaban, del Gobierno. El Centro de Madres de nosotros se llamaba Irene Frei, por la hermana de Frei Montalva. Ese era el centro de madres en donde nos reuníamos nosotras, en la casa de la señora Carmen Donoso, aquí mismo en la población. Ahí nos reuníamos, ella era la presidenta… Vecina, Tercera EdadNo es casual que en las fotos de la Junta de Vecinos la mayoría de los presentes sean hombres. En esta época, las mujeres tenían un promedio cinco hijos y la gran parte de ellas se dedicaba a las labores del hogar, aunque las complementaran con otros oficios que les permitiera su tiempo. Culturalmente, su función estaba asociada al cuidado de sus hijos y su casa, por lo que en muchos casos, la jefatura del hogar la ejercía el hombre. Este modelo se traspasaba también a las Juntas de Vecinos, que estaban formadas en su mayoría por los hombres, lo que era promovido desde el Estado, al potenciar los llamados “Centros de Madres”. Según la Ley de Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias de 1968: “Los Centros de Madres son Organizaciones Funcionales constituidas por mujeres que tienen intereses comunes y que tienen como objetivos principales la superación personal de sus asociadas y la solución de los problemas inherentes a su estado y sexo dentro del ambiente vecinal”, es decir, las labores del hogar eran entendidas como una tarea exclusivamente femenina. Eso no significaba que en la realidad las mujeres no fueran parte de la fuerza laboral, más bien demuestra cómo se comprendían los roles de género en esa época. Para las madres de los años sesenta, los Centros fueron un importante espacio de participación, donde podían encontrar compañeras con inquietudes similares y distraerse de las tareas de la casa y los veían como un espacio de desarrollo personal.

Cuadro de texto: “El lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender”  Nosotras íbamos todos los lunes a aprender tejido, a hacer velas, cera, todas esas cosas, peluquería, moda. Había una casa grande aquí en la punta de aquí de la iglesia, era una fiesta. Aquí era donde funcionaba la Junta de Vecinos, la sede era un galpón grande, así como el que tienen los evangélicos más o menos, una cosa así era la que tenía la Junta de Vecinos. Y ahí todos los lunes nos reuníamos cuando eran los cursos. Harta gente, sí. Y sobre todo que íbamos con los niños porque como había lugar para ellos jugaran, así que no había problema en que fueran a quedar solos en la casa… pero como le digo el día lunes era muy importante para nosotras, porque íbamos a aprender. Mandaban monitoras, profesoras mandaban, del Gobierno. El Centro de Madres de nosotros se llamaba Irene Frei, por la hermana de Frei Montalva. Ese era el centro de madres en donde nos reuníamos nosotras, en la casa de la señora Carmen Donoso, aquí mismo en la población. Ahí nos reuníamos, ella era la presidenta… Vecina, Tercera Edad

En Lo Valledor Norte el Centro de Madres Irene Frei fue particularmente importante, pues incluyó una guardería que pronto se transformó en Jardín Infantil, permitiendo a las madres matricular a sus hijos pequeños, con beneficios para su tiempo y la educación de sus niños. En la foto puede verse a don Carlos Candia, Presidente de la Junta de Vecinos, dando el discurso inaugural del Jardín Infantil, frente a la señora María Ruiz-Tagle, la primera dama.

Los Centros de Madres también dejaron un aporte en el largo plazo: fue en este espacio donde las mujeres comenzaron a conocerse y a tejer redes de solidaridad, que aparecerían en los momentos más crudos de la historia reciente del país. En los años ochenta las vecinas que se conocieron en estos espacios, pudieron desplegar todo el aprendizaje realizado en estos años.

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Cuadro de texto: Visita de la Primera Dama Irene Ruiz Tagle a Lo Valledor Norte Fotografía de Regina Candia

La Escuela B-2

Cuadro de texto: “Los cabros salían igual no más afuera”  La B-2 fue una Escuela que se construyó en 1960, en el tiempo de Sótero del Río, pero se construyó un colegio de madera, todo era de madera, y sin cierre, después se puso una malla, los cabros salían igual no más afuera de la malla, ahí estudio el cabro chico mío, y ahora tiene 52 años el Elías, entonces estudio ahí, era bueno ese colegio… Vecino, Tercera EdadCuadro de texto: “Los cabros salían igual no más afuera”  La B-2 fue una Escuela que se construyó en 1960, en el tiempo de Sótero del Río, pero se construyó un colegio de madera, todo era de madera, y sin cierre, después se puso una malla, los cabros salían igual no más afuera de la malla, ahí estudio el cabro chico mío, y ahora tiene 52 años el Elías, entonces estudio ahí, era bueno ese colegio… Vecino, Tercera Edad

En 1960 se construyeron las primeras inmediaciones de la Escuela B-2 para los niños de la Población. Se trató de una serie de salas de madera, sin cerco entre las salas y las casas. Debido a que las instalaciones eran bastante precarias, la escuela era llamada “la Barraca. Tenía la peculiaridad de que funcionaba en dos jornadas: durante la mañana asistían los hombres y en las tardes las mujeres, debido a que no había salas suficientes para atender a todos de manera simultánea y a que era bien considerado tener las clases divididas por género, pues se pensaba que contribuía al orden y disciplina. Una vez que egresaban de la enseñanza básica, los alumnos debían buscar otros establecimientos donde continuar sus estudios, debido a que no tenía enseñanza media.

Si bien no todos los padres matriculaban a sus hijos en esta Escuela, si fue un espacio donde los niños pudieron conocerse y empezar a sociabilizar desde pequeños, así como también un espacio de participación para los padres, que prontamente se organizaron en un Centro de Padres.

El Mercado Modelo

Cuadro de texto: “El Mercado nació muerto”  El Mercado lo construyó Manuel Fernández Díaz, el alcalde que estuvo con el presidente Frei en 1966. Ese Mercado fue construido con la ayuda de la señora María Ruiz Tagle, señora del presidente Frei, ahí se consiguieron en ese tiempo, como era la plata en escudos, se consiguieron más o menos como 120.000 millones de escudos, se construyó el Mercado pero nació muerto. Los comerciantes de la población eran 76 y todos los comerciantes querían tener su puesto allí, nació muerto porque La Vega esta a 6 cuadras, y allá llegan los camiones, llega todo. Después se puso una farmacia ahí, donde estuvo René Rosas, pero no tenía nada René, después se puso una carnicería, tampoco funcionó, nunca tuvo vida porque la feria estaba tan cerca, más las ferias libres que se ponían al otro lado de la línea…  Vecino, Tercera Edad Otro de los proyectos de los vecinos fue la instalación de un Mercado Modelo en los terrenos donde actualmente su ubica la Escuela. El objetivo de esta acción era doble: por un lado, abastecer a la Población de los alimentos que necesitaban y por otro lado, dar trabajo a los comerciantes que habitaban aquí. El abastecimiento había sido un problema durante los primeros años, debido a que dados los problemas de transporte que tenían los vecinos, era complicado transportar los abarrotes necesarios para las familias. Por otro lado, existía una gran cantidad de comerciantes dentro de la Población, por lo que el Mercado parecía ser una estupenda oportunidad laboral. Sin embargo, este mismo hecho provocó el fracaso de la iniciativa, debido a que no fue rentable y la presencia de ferias libres y de la Central de Abastecimiento de Lo Valledor, hicieron innecesaria la existencia de este Mercado.

Sin embargo, su fundación fue un hecho muy relevante para la Población, tanto así, que invitaron a su inauguración al afamado boxeador Godfrey Stevens. Pese al cierre del establecimiento, éste ilustra la voluntad por resolver problemas de todos los ámbitos de la vida, incluidos el trabajo y el abastecimiento, lo que da cuenta el carácter global de la acción de los primeros vecinos.

Cuadro de texto: El afamado boxeador Godfrey Stevens inaugura el Mercado Modelo Fotografía de Regina Candia

Cuadro de texto: “El Mercado nació muerto” El Mercado lo construyó Manuel Fernández Díaz, el alcalde que estuvo con el presidente Frei en 1966. Ese Mercado fue construido con la ayuda de la señora María Ruiz Tagle, señora del presidente Frei, ahí se consiguieron en ese tiempo, como era la plata en escudos, se consiguieron más o menos como 120.000 millones de escudos, se construyó el Mercado pero nació muerto. Los comerciantes de la población eran 76 y todos los comerciantes querían tener su puesto allí, nació muerto porque La Vega esta a 6 cuadras, y allá llegan los camiones, llega todo. Después se puso una farmacia ahí, donde estuvo René Rosas, pero no tenía nada René, después se puso una carnicería, tampoco funcionó, nunca tuvo vida porque la feria estaba tan cerca, más las ferias libres que se ponían al otro lado de la línea… Vecino, Tercera Edad

Clubes Deportivos y Culturales

El deporte fue una de las actividades que desde el comienzo le dio identidad a la Población. El mismo Estadio de la Asociación de Fútbol de Lo Valledor Norte, que se encuentra en medio del Sector C, le ha dado por mucho tiempo un sello distintivo al Barrio, marcando fuertemente el espacio urbano.

Cuadro de texto: Jóvenes Futbolistas de la Población Fotografía de Regina CandiaCuadro de texto: “Club Cardenal Caro” La primera organización  que se conoció acá fue la del Club de Fútbol, había un señor que vivía justo a la entrada de la cancha de baby que era marino y había jubilado hacía poco, entonces él era activo y siempre estaba haciendo cosas. El reunió a los niños de por acá y les explicó cómo funcionaba un partido de fútbol. Y lueguito formaron  el Club,  que justo por esos días había fallecido el Cardenal Caro por eso el Club lo llamaron  así, “Club Cardenal Caro”… Vecino, Tercera EdadDesde inicios de los sesenta, los Clubes de Fútbol generaron gran interés entre las familias de Lo Valledor Norte, pues los partidos eran acompañados de verdadera expectación de parte de las familias, que acompañaban entusiasmadas a los jugadores. En el caso del fútbol, la existencia del Cuadro de texto: “Club Cardenal Caro”  La primera organización  que se conoció acá fue la del Club de Fútbol, había un señor que vivía justo a la entrada de la cancha de baby que era marino y había jubilado hacía poco, entonces él era activo y siempre estaba haciendo cosas. El reunió a los niños de por acá y les explicó cómo funcionaba un partido de fútbol. Y lueguito formaron  el Club,  que justo por esos días había fallecido el Cardenal Caro por eso el Club lo llamaron  así, “Club Cardenal Caro”… Vecino, Tercera EdadEstadio convertía esta actividad en un quehacer comunitario. Los vecinos sacaban bancas a la calle para mirar los partidos y los niños veían desde pequeños los partidos de sus padres y vecinos , integrándose desde pequeños a las ramas infantiles y juveniles de los equipos. En la foto puede observarse no sólo a los jugadores, los viejos tercios del Club Cardenal Caro, sino también a una gran cantidad de niños entusiasmados por el juego y la fotografía.

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Cuadro de texto: “Viejos Tercios del Deportivo Cardenal Caro” Fotografía de Regina Candia

Cuadro de texto: “Íbamos a jugar a todas partes”  Nosotros teníamos un club allá de donde nosotros veníamos antes, en Mapocho, por Matucana, teníamos La Estrella Polar que era un club de basquetbol. Entonces nosotros veníamos con la idea de seguir haciendo basquetbol aquí… El hecho es que hicimos esa cancha en otro lado, acá en Benito Juárez, casi al final de Centroamérica, un poquito más allá. Ahí estuvimos un tiempo, hacíamos campeonatos, empezamos a integrar a la gente de acá, muchos muchachos que comenzaron a jugar con nosotros, salieron varios chicos bien buenos para jugar y niñas también. Inclusive en ese tiempo había más clubes de básquetbol en los barrios que ahora, porque ahora no se ven casi. Antes acá en la Villa Sur, estaba Lo Franco, en las poblaciones, en todas partes había canchas de básquetbol y había clubes. Nosotros íbamos a jugar a todas partes o traíamos clubes para acá…  Vecino, Tercera EdadTambién existieron Clubes de Básquetbol, en los que, por las características de este deporte, también fueron incluidas las mujeres. Como cuenta una vecina “yo empecé a jugar cuando tenía como doce años y después cuando se terminaron todos los clubes aquí, las mismas chiquillas que jugábamos aquí nos fuimos a jugar a La Cisterna, y ahí terminamos, con esperanza de seguir jugando”. No se reunían sólo para enfrentarse a otro partido, también se encontraban “todo el fin de semana, sábado y domingo, había entrenamiento dos veces a la semana, fuera de eso también”. Los mismos miembros del Club, realizaban actividades para reunir fondos y distraerse. Un miembro del Club Estrella Polar, cuenta que “Uno de los socios de nosotros se conseguía en la Embajada Rusa que vinieran a pasar películas de deporte acá, los sábados en la tarde venia un camión, levantaban su telón, le ponían unos pañitos a los focos de la calle y se daban películas”.

Cuadro de texto: “Íbamos a jugar a todas partes” Nosotros teníamos un club allá de donde nosotros veníamos antes, en Mapocho, por Matucana, teníamos La Estrella Polar que era un club de basquetbol. Entonces nosotros veníamos con la idea de seguir haciendo basquetbol aquí… El hecho es que hicimos esa cancha en otro lado, acá en Benito Juárez, casi al final de Centroamérica, un poquito más allá. Ahí estuvimos un tiempo, hacíamos campeonatos, empezamos a integrar a la gente de acá, muchos muchachos que comenzaron a jugar con nosotros, salieron varios chicos bien buenos para jugar y niñas también. Inclusive en ese tiempo había más clubes de básquetbol en los barrios que ahora, porque ahora no se ven casi. Antes acá en la Villa Sur, estaba Lo Franco, en las poblaciones, en todas partes había canchas de básquetbol y había clubes. Nosotros íbamos a jugar a todas partes o traíamos clubes para acá… Vecino, Tercera EdadEl deporte estaba muy vinculado a las actividades culturales. La actividad del cine en la calle, auspiciada por la Embajada de entonces Unión Soviética, es sólo un ejemplo de las múltiples actividades que realizaban los vecinos. Ninguna organización funcionaba en un ámbito estrictamente delimitado, sino que agregaban diversas actividades a su gestión, construyendo entre todas una rica vida comunitaria. Uno de los hitos más relevantes del Club Cardenal Caro fue recibir la ilustre visita de Godfrey Stevens para inaugurar el Mercado Modelo. Se realizó una recepción que tuvo una masiva asistencia de los vecinos, donde el pugilista se tomó fotografías con los orgullosos vecinos. Pese a la lejanía del centro de la ciudad y a las dificultades económicas, los vecinos de Lo Valledor Norte tenían una intensa vida cultural que no era, en ningún sentido, marginal. Más que estar en los márgenes, ellos construir su Población como el centro de sus actividades, esfuerzos y aspiraciones. Por eso no sentían timidez a la hora de invitar a personajes importantes, desde el Presidente de la República, la primera dama o el boxeador chileno más importante del momento.

Cuadro de texto: Godfrey Stevens con la insignia del Club Cardel Caro en la solapa Fotografía de Regina Candia

Celebraciones y Diversiones

Cuadro de texto: Festejos en la Población Fotografía de Emilia GarcíaEra la alegría de tener algo. Lo que se vivía por ese entonces en Lo Valledor Norte, era la alegría de vivir en “lo propio”, que había sido obtenido a través de los esfuerzos personales y comunitarios. Por eso, las alegrías también tenían que ser compartidas. Quienes vivieron en la Población durante esa época, recuerdan con mucha claridad que los momentos de tiempo libre se vivían hacia afuera, en los espacios públicos: la calle, las canchas, las sedes.

Un factor fundamental para ello, era la confianza que había entre los vecinos, que sentían seguridad de dejar a los niños jugar en la calle, sin temor a que les pasara nada malo. Los juegos de los niños estaban facilitados por el hecho de que como el entorno de la Población conversaba un paisaje campestre, como cuenta una vecina que llegó a los 8 años a la población “pasaban acequias y cuando llegamos a la orilla de la línea del tren, había algo así como un canal, una acequia grande, íbamos a jugar ahí, había mucha zarzamora a la orilla de la línea y habían culebras, yo nunca me olvido, y jugábamos nosotros, me acuerdo que mi hermano y los otros chiquillos cazaban las culebras y se ponían a jugar con ellas y de repente se metían a las casas…” Otro vecino, que ya era adulto al llegar aquí, cuenta con gran alegría que “para mí venirme acá fue una experiencia buena, bonita, sobre todo que yo vi crecer a mis hijos. Ellos jugaban con tierra, cantaban, qué no hacían”.

Cuadro de texto: Niños posando para la foto Fotografía de Regina Candia

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Cuadro de texto: Niños en la Población Fotografía de Emilia García

Cuadro de texto: “Un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje”  Yo me acuerdo que para una Pascua, me parece que fue la primera pascua que pasamos o la segunda, escuchamos y había un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje, cuando estaba con piedra y todo. Ahí nos entusiasmamos y salimos todos de mi casa a mirar y nos traían regalos, yo jamás en mi vida había usado zapatos de taco alto y me trajeron unos zapatos, unas sandalias preciosas, yo nunca me los puse, nunca he usado taco alto, pero hicieron regalos y vinieron a cantar esa vez me acuerdo. Vecina, Tercera EdadPor su parte los jóvenes tenían el “Club Onda Joven”, cuya principal función era realizar actividades de recreación para ellos mismos. Se juntaban los días sábado en la noche en la casa de alguno de ellos a escuchar discos. Si en la casa no había uno de estos aparatos, no había problema en conseguir alguno prestado, para poder bailar. En estas celebraciones, era común que los jóvenes asistieran acompañados de sus hermanos, ya fuera porque los padres eran estrictos, o porque tenían la misma edad e intereses. Otra de las actividades más recordadas era la organización de un paseo a la Playa, que era esperado durante todo el año.

Cuadro de texto: Jóvenes en la elección de Reina Fotografía de Regina CandiaA nivel comunitario, se celebraban las principales festividades del calendario, como relata una vecina en la Junta de Vecinos, en la sede de madera, ahí celebrábamos, celebrábamos los Aniversarios, todo, hacíamos fiestas, actos, traíamos artistas, vinieron varias veces, la danza de ballet, se formó un equipo de música popular que se llamaban

“Los Copihues Rojos”, que cantaban en los eventos, nosotros estábamos bien organizados”. A nivel interno de la Población, también se celebraba, durante la Semana Santa, “La Quema de Judas”, una festividad que no se continuó haciendo, pero que generaba gran interés entre los vecinos. Básicamente, consistía en que se fabricaba un muñeco y se le ponían monedas entre los ropajes, haciendo alusión a las monedas que Judas recibió por delatar a Jesús. Luego el muñeco era apaleado y quemando, y en ese momento, saltaban las monedas hirviendo, causando jolgorio entre los niños que peleaban por alcanzar alguna de las monedas.

La elección de la reina era otra actividad que causaba expectación. Las candidatas tenían equipos encargados de “vender votos” para alcanzar el triunfo y para lograrlo, se realizaban una serie de actividades para recaudar fondos: “Yo me acuerdo que fui apoderada y mi candidata salió como cuarta y se hizo la fiesta allá al frente donde la señora Margarita. Se hacían completadas, se hacían bailes, las que podíamos hacíamos actividades…” Al evento final, las candidatas asistían vestidas para la ocasión y la ganadora ofrecía una fiesta después, en su casa o en alguna sede.

Cuadro de texto: Candidatas a Reina Fotografía de Regina Candia

Cuadro de texto: “Un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje”  Yo me acuerdo que para una Pascua, me parece que fue la primera pascua que pasamos o la segunda, escuchamos y había un coro de la Universidad de Chile aquí en el pasaje, cuando estaba con piedra y todo. Ahí nos entusiasmamos y salimos todos de mi casa a mirar y nos traían regalos, yo jamás en mi vida había usado zapatos de taco alto y me trajeron unos zapatos, unas sandalias preciosas, yo nunca me los puse, nunca he usado taco alto, pero hicieron regalos y vinieron a cantar esa vez me acuerdo. Vecina, Tercera EdadPero también llegaba actividad cultural desde fuera de la Población. Además de la visita de Godfrey Stevens, asistieron artistas como Ginette Acevedo y Luciano Galleguillos. Uno de los eventos más recordados por los vecinos, fue la visita del Ballet de la Universidad de Chile que llevó un espectáculo cultural de primer nivel a los pobladores. Como cuenta una vecina que estuvo presente ese día “Una de las cosas que considero que hemos visto hasta ballet aquí en la población, no recuerdo bien en qué año fue exactamente, pero vinieron de la Municipalidad, que esos años pertenecíamos a la municipalidad de Santiago. Éramos la última cuadra de Santiago, así que de ahí siempre estaban mandando diferentes cosas”. Pese a lo que podían haber pensado las autoridades de la época, que veían a los pobladores como un grupo marginado de la cultura, en la Población había una estupenda acogida a este tipo de actividades. Hasta el día de hoy se recuerda con admiración la visita de este Ballet, lo que habla de lo muy bien valorado que quedó en la memoria de los vecinos.

Cuadro de texto: Niños y mujeres Fotografía de Juan Reyes

Una época dorada

¿Cuándo terminó todo esto? Cuando se hizo esta pregunta a los vecinos, la respuesta fue unánime: en 1973. O inclusive sin preguntárselo, los relatos nombran espontáneamente “el ‘73” como el momento que marcó un antes y un después en la vida de la Población. El Golpe de Estado, la violencia política, la persecución y el miedo que se instaló entre los vecinos y en el país en general son el colofón de la que quizás, ha sido la etapa más próspera en la historia de la población. Si bien hay consenso en torno a la fecha, los relatos sobre lo que vino después, el Golpe y la Dictadura, son muy variados, pues la memoria ha sido construida de diferente forma, según las experiencias de cada vecino y sus seres cercanos.

Los elementos que cambiaron y los que permanecieron, los olvidos y los aprendizajes de esta época, son las preguntas que quedan pendientes. ¿Cómo fueron capaces de organizarse sin conocerse? ¿Se puede superar la desconfianza? ¿Qué rol jugaban las organizaciones deportivas y culturales en la Población? ¿Cómo se relacionaban con la Junta de Vecinos? ¿Cómo se relacionaban los vecinos con el Estado? ¿Cómo se utilizaban los espacios públicos? ¿Cuáles eran los valores colectivos y en qué momentos se transmitían?

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[1] Alejandro Portes. Portes. Estudio de áreas marginadas de Santiago de Chile, 1968-1969. Cuatro Poblaciones. Informe Preliminar sobre situación y aspiraciones de grupos marginados en el Gran Santiago. Universidad de Wisconsin, Programa de Sociología del Desarrollo. Santiago, 1969, p.13

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